El índice del miedo se dispara
Hay un viejo refrán anglosajón referido a un antiguo emperador del que se creía que tenía los mejores ropajes del mundo. Cuenta la leyenda que las telas eran encargadas allende de los mares y que un costurero de su corte las hacía a medida para él. Pero un día el emperador se dio cuenta de que el dinero no cubría todos los gastos y se quedó sin trajes. Tiempo más tarde, desnudo, tuvo que presentarse ante su pueblo, que prefiririó guardar silencio, condescendiente con él, hasta que un niño gritó: "El emperador está desnudo".