Entente improbable
31/05/2016, 11:27
Tue, 31 May 2016 11:27:49 +0200
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A nadie se le escapa que las necesidades geopolíticas terminan haciendo extraños compañeros de cama. Las declaraciones grandilocuentes sobre la libertad y la igualdad pueden servir de puertas adentro, pero cuando un país quiere jugar a potencia imperial, sólo una cosa importa: los enemigos de mis enemigos son mis amigos. Churchill lo sabía cuando se tuvo que tragar el sapo soviético para combatir a Hitler, claro que entonces la necesidad de acabar con el nazismo era común y perentoria. Pero el pacto, que ha durado 40 años, entre el Capitolio y la familia Saud desafía en apariencia todas las reglas de la lógica: el enemigo de mi amigo, ¿puede ser también mi amigo?