
La Unión Europea ha sido acusada a menudo de gestionar con cierto desdén el dinero que los contribuyentes europeos transfieren cada año a Bruselas. Uno de los ejemplos que esgrimen los más antieuropeistas es la nueva sala principal del Consejo Europeo, una estrafalaria estancia que ha sido decorada sin escatimar colores.
La nueva sala tiene en el medio una única mesa redonda -en realidad es un donut, porque su centro está vacío, que permite a los líderes de la Unión sentarse más cerca entre sí y hablarse de tú a tú, como informa Daily Mail.
También llama la atención la estructura de líneas blancas con forma de nido que decora, sin más función aparente que esa, el techo de la sala de reuniones. En las pareces, dos niveles albergan las salas acristaladas del pequeño ejército de intépretes simultáneos.
Y, sobre todo, en el suelo destaca una albombra circular hecha a partir de cuadrados de colores. Muchos colores.
Desde luego, los más de 200 millones de euros que ha costado la reforma del edificio no se han ido sólo a esta sala, pero los más críticos destacan que ésta simboliza bien la idea de una UE que es incapaz de financiar la respuesta a los refugiados, pero gasta sin problemas a la hora de reforzar los símbolos propios.
Hay quien, sin embargo, se lo toma con humor: el escenario psicodélico seguramente pondrá una nota de color a esas discusiones que, en ocasiones, se prolongan hasta bien entrada la madrugada.