Nadie quiere estar despidiendo a un ser querido mientras piensa en los impuestos que tendrá que pagar después, pero por desgracia es lo normal. Tras el fallecimiento de alguien cercano es habitual que la familia enfrente el Impuesto de Sucesiones y Donaciones, un tributo regulado de forma distinta en cada comunidad autónoma y que exige el pago de una elevada cantidad de dinero si queremos recibir la herencia del difunto.
