Economía

Llueven misiles sobre la frontera más codiciada de Asia: tambores de guerra entre la India y Pakistán por la 'autopista' de China a Europa

  • Cachemira ya ha protagonizado tres guerras y los ataques se han reactivado
  • Pakistán atraviesa una crisis histórica, mientras India florece
  • Moody's dice que Nueva Delhi será la que menos se vea afectada por la guerra

La India ha acumulado titulares los últimos años respecto a su potencial económico, superando a actores clave como Reino Unido. Los más optimistas ven al gigante asiático disparando su prosperidad hasta superar a Alemania. Sin embargo, esta vez Nueva Delhi no copa la mirada del mundo por su asalto al trono económico mundial, sino porque los tambores de guerra suenan cada vez con más fuerza.

En la madrugada del martes al miércoles, aviones indios han atacado posiciones clave en la Cachemira pakistaní y en ciertos puntos del país vecino. Islamabad ha respondido con un bombardeo de artillería sobre ubicaciones próximas a la línea de control que separa a ambos países en la región disputada. Tras dos semanas de escalada de tensiones después de la muerte de una veintena de turistas indios por un ataque terrorista, la presión entre ambas potencias nucleares hace temer un enfrentamiento armado a gran escala.

Esta guerra no es simplemente un conflicto local sin mayor incidencia. La disputa implica a dos de las potencias económicas con mayor proyección del mundo. No solo la India, cuyas perspectivas podrían verse lastradas si el conflicto sigue avanzando, sino también China, que ha invertido grandes cantidades de dinero en la zona disputada para convertirla en uno de los ejes de su gran proyecto milenario, la 'Nueva Ruta de la Seda'. Una sucesión de grandes proyectos de infraestructura a nivel mundial que está llamada a ser el esqueleto de su dominio comercial en el mundo las próximas décadas. Por su parte, Pakistán se juega por completo su futuro, con una economía agrícola inestable y una región completamente para mantenerse.

Balas a los pies del techo del mundo

Cachemira es una región a los pies del Himalaya y el Karakorum, situada entre Pakistán, India y China, y fronteriza con el corredor de Waján afgano. Este intrincado territorio, del tamaño de Rumanía, supone una pieza estratégica de valor incalculable para las tres potencias nucleares, que reclaman su control. Las dos razones son sus corredores terrestres a través de los pasos montañosos que atraviesan la cordillera más inaccesible del mundo y sus enormes reservas del recurso más abundante de la Tierra: el agua.

Por Cachemira circulan, o directamente nacen, algunos de los ríos más importantes de Asia, entre ellos el Indo, el Jhelum o el Ravi. El primero es, de hecho, la vía fluvial más importante de Pakistán y la columna vertebral de su economía. Gavekal Research indica que más del 80% de la agricultura del país asiático y un tercio de la energía hidroeléctrica dependen de las aguas que fluyen río arriba desde el territorio controlado por la India. La importancia de las reservas de agua es tan grande que la India ocupó en 1984 el glaciar de Siachen, el segundo más grande del planeta (exceptuando las regiones polares), situado a más de 6.000 metros sobre el nivel del mar.

La enorme dependencia que tiene Pakistán sobre el agua de estos ríos, unido a un proceso de descolonización mal gestionado, derivó en una enemistad histórica entre Nueva Delhi e Islamabad desde la independencia británica. Ambos países mantienen una gran rivalidad después de que en 1947 Reino Unido decidiera darles la autonomía por separado creando dos naciones con diferentes creencias (hindú e islámica) y dejando a la región en conflicto, de mayoría musulmana, pero dirigentes hindúes, la elección de a qué país adherirse. Los dos países se han enfrentado multitud de veces por Cachemira, altamente militarizada, derivando en al menos tres guerras a lo largo del siglo XX.

El mayor temor de Pakistán es que la India corte el suministro de agua mediante obras hidráulicas de gran envergadura como presas, canales y desvíos. Un miedo que desde Gavekal matizan: "La amenaza de la India es en gran medida simbólica, ya que carece de las enormes presas y canales de derivación necesarios para contener o extraer grandes volúmenes de agua".

Esta situación podría cambiar en los próximos años. Según explica el Instituto Español de Estudios Estratégicos, dependiente de Defensa, en 1960 firmaron el Tratado sobre las Aguas del Indo, que repartía la soberanía sobre los principales ríos y comprometía a la India, desde la que provienen muchos de los afluentes, a mantener el caudal.

Este acuerdo fue suspendido el 24 de abril, dos días después del atentado terrorista. "Sin la protección que ofrece el tratado, India podría comenzar a construir presas que interrumpirían los caudales río abajo", indica Gavekal, que considera que podría hacer mover ficha a Pekín. "Esta situación podría irritar a China, el aliado más firme de Pakistán, que controla las fuentes principales de los ríos Indo y Brahmaputra. Cuando India amenazó el suministro de agua de Pakistán tras el ataque de 2016, China bloqueó un afluente que alimenta el Brahmaputra".

China se juega su 'autopista a Europa'

China se juega mucho en este conflicto y la mirada de Pekín se mantiene fija en Cachemira. El motivo es claro, la región es uno de sus puntos cardinales para construir su nueva ruta de la seda. El Gobierno de Xi Jinping calificó este miércoles de "lamentable" la operación militar de la India contra posiciones pakistaníes y manifestó "preocupación por la situación actual". Pekín ha instado a ambos países a "actuar en aras de la paz y la estabilidad", elementos necesarios para los negocios asiáticos.

En 2013 Xi Jinping puso en marcha el proyecto para conectar todo el planeta a través de una red de puertos, carreteras e infraestructuras. Para ello, Pekín creó el Fondo de la Ruta de la Seda, que ya ha firmado 75 proyectos que han generado 2 billones de dólares en contratos según el Consejo de Estado de China.

El proyecto de la nueva ruta de La Seda.

Cachemira, la región en disputa, tiene un rol clave en este plan (dado su tamaño). Según datos del Corredor Económico China-Pakistán (CPEC), la iniciativa dentro del proyecto de la nueva ruta de la seda, ya se han invertido cerca de 62.000 millones de dólares en el conjunto de Pakistán. Principalmente las inversiones se han concentrado en una mega planta hidroeléctrica en la que Pekín ha invertido 1.500 millones de dólares en Sudhanoti (Cachemira). Al calor de esta gran inversión se han generado decenas de proyectos millonarios de reconstrucción de infraestructura en ciudades aledañas, ferrocarriles y otros proyectos hidroeléctricos.

El motivo de estas inversiones es clave: la región sirve para conectar los territorios de China en el Himalaya con el resto del mundo a través de tierra, un paso muy concreto que le permite, por ejemplo, asegurar un corredor terrestre para enviar sus mercancías a Irán, Turquía y a todo Oriente Medio sin necesidad de embarcarse y cruzar el estrecho de Malaca. El mismo CPEC explica que este podría ser un atajo clave con el que envíar sus productos a Europa; pero para ello necesitan una electricidad estable, un transporte acorde y que su vecino abandone su economía rural para embarcarse en un modelo industrial que pueda sostener el tránsito de millones de envíos desde oriente.

El golpe letal para Pakistán

El que menos se juega en este conflicto es la India. El motivo está claro, el comercio con Pakistán es tan limitado que no puede temer un serio impacto. "Las consecuencias económicas son mínimas", explican desde Gavekal Research. Por su parte Moody's ya ha emitido un informe de los dos países beligerantes hablando del impacto en la calificación para ambos.

En el caso de la India la firma norteamericana defiende que "no hay un impacto significativo. Las condiciones macroeconómicas en el país seguirán siendo estables, con crecimiento modesta y sólida inversión pública. No habrá grandes perturbaciones de la actividad ya que las exportaciones a Pakistán solo representan un 0,5% del total". Sin embargo, Moody 's sí ve un riesgo de que un conflicto prolongado provoque un incremento del gasto militar que sí acaba afectando negativamente.

En el caso de Pakistán el daño sí que es muy sensible y de hecho, Moody's concluye directamente que el país no podrá sostener económicamente el pulso. La nación asiática ya viene tocada, repuntando, pero saliendo de un rescate del FMI que aún se está aprobando y que le otorgará 6.433 millones. Ya le ha otorgado 1.500 millones con las primeras reformas. El motivo es que tuvo una crisis de deuda en 2023 cuando las reservas se desplomaron hasta unos niveles tan bajos (3.000 millones) que solo tenía suficiente para cubrir ocho semanas de importaciones.

Esto provocó una verdadera crisis de deuda, con la inflación llegando a máximos de 1957 al tocar el 38% y con su moneda hundiéndose un 20% frente al dólar, convirtiéndose en una de las peores de toda la región. El terreno ya estaba abonado por una economía inestable afectada por devastadoras inundaciones en 2022 que afectaron a más de 33 millones de personas en el país. Esta situación tan frágil lleva a Moody's a pensar en que "a pesar de que sus condiciones han ido mejorando, con mejores reservas y caída de la inflación, el conflicto podría aminorar la financiación externa y desatar otra crisis de divisas, pues siguen muy por debajo de lo necesario para pagar su deuda externa".

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