Colaborador de elEconomista.es
La epidemia siguió matando y sólo ahora parece retroceder

En el centro de la vieja Freetown, hay un árbol que ha sido testigo de la historia de la ciudad. Según la leyenda, en el año 1792 los primeros esclavos liberados que partieron de Estados Unidos para regresar a África, se reunieron alrededor del Cotton Tree para rezar. Tras esa oración conjunta, fundaron la ciudad. "Este es el centro del país, donde empezó Sierra Leona", dice Mutsapha Almert, 'Wizzy', vecino de la capital. Si durante la guerra civil, esa ceiba gigante fue testigo de las batallas callejeras, con niños soldado puestos hasta las cejas de cocaína mezclada con pólvora, hoy a su sombra se sitúan vendedores ambulantes y mendigos, muchos de ellos con miembros amputados durante el conflicto, que suplican por una moneda. Su tronco, rodeado por una valla con fotos del presidente del país y anuncios de una compañía telefónica, preside una intersección en ebullición, con cientos de personas, coches, motos y ruido de bocinas. Un cartel enganchado a una rama apunta a nuevas realidades: "El ébola es real".

Fuego al virus del ébola

La hoguera es generosa. Cuatro troncos de más de un metro y medio de largo arden por una punta y las llamas suben altas. Como en la aldea de Kumala, en el norte de Sierra Leona, apenas hay electricidad, en seguida hay catorce sillas alrededor de la lumbre. Pero los presentes no sólo han llegado atraídos por la luz y el calor. El vicepresidente de Sierra Leona, en cuarentena por el ébolaCada noche, vecinos del pueblo y trabajadores humanitarios organizan el Fire to fire, un debate-conversación que se alarga durante horas. Se escoge un tema -¿medicina tradicional o científica?, ¿pena de muerte o reinserción?- y sólo hay una norma: hay que posicionarse, escoger una de las dos opciones planteadas, y argumentar. En mitad de la peor epidemia de ébola de la historia, a menudo esos debates nocturnos son una radiografía a vuela pluma de un país que sufre una crisis que hace mucho que dejó de ser sólo sanitaria para convertirse también en una crisis económica, humanitaria y social.Cuando Michael Pessema, que ejerce de chairman o agitador, lanza la pregunta de esta noche a bocajarro -¿Qué fue peor, la guerra civil de Sierra Leona o el ébola?-, muchos se remueven en sus sillas. ¿Se puede comparar el dolor? "Los dos horrores -dice Pessema- han herido y arruinado a nuestro país; hablemos de ello", dispara.

en los tres países más afectados

A Sesay una cinta blanca y roja le separa del pasado y del mundo. Hace unos días, las autoridades de Moyamba, ciudad del este de Sierra Leona, ataron una cinta de plástico a una farola, luego a dos árboles y finalmente a un arbusto para aislar su hogar y a su familia del barrio.

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