En la encrucijada de decidir cómo invertir nuestros ahorros, nuestra tentación más inmediata es la de renovar nuestro coche, ya que lo consideramos como una de las necesidades básicas familiares. En la época en la que vivimos, en la que la sociedad ha asumido que hay un problema latente con el cambio climático y, unido a las futuras restricciones del coche de combustión, la elección parece clara, hay que comprar un coche eléctrico para ayudar al planeta y a nuestro bolsillo. ¿O no?