Opinión | Marcos Suárez Sipmann
15/05/2016, 19:00
Sun, 15 May 2016 19:00:13 +0200
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De forma transitoria el destino de Brasil están en manos del gobierno de Michel Temer y su partido, el Movimiento Democrático de Brasil. Está en deuda con una sociedad civil harta del cáncer de la corrupción que busca eficacia y responsabilidad. El candidato socialdemócrata, Aécio Neves, recuerda que Temer solo conseguirá la legitimidad que no tiene en la medida en que consiga implentar las reformas que el país necesita con urgencia para salir de la crisis política, ética y económica. En este último aspecto deberá realizar el esencial ajuste, tanto fiscal como laboral, que el Partido de los Trabajadores se negó a hacer. No es de extrañar la lista de prioridades del presidente interino que con un cuarto de siglo de experiencia como diputado presidió, asimismo, el Parlamento en dos ocasiones: economía, economía y más economía. Cuenta como titular de Economía con Henrique Meirelles, jefe del banco central durante el mandato de Lula da Silva (2003-2010). Meirelles tiene a su favor la confianza depositada en él dentro y fuera de Brasil. Un respaldo que Temer no tiene: según un sondeo de opinión conducido por la encuestadora Datafolha en abril, el 58 por ciento de la población opinaba que debía ser suspendido de su puesto. Su futuro es, pues, complicado.