Juan Pedro García
10/02/2017, 13:24
Fri, 10 Feb 2017 13:24:46 +0100
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Desde que nacemos sabemos que nuestra vida está siempre expuesta a riesgos, y gran parte de nuestros esfuerzos vitales pasan por protegernos de esos riesgos. Desde mirar a ambos lados al cruzar una calle, hasta evitar consumir alimentos que no huelen bien. Son medidas a veces aprendidas de nuestros padres, a veces heredadas a lo largo de nuestra evolución genética. Además de estos riesgos accidentales, por desgracia estamos sometidos a muchos otros riesgos provocados por terceros que quieren hacernos daño o sacar un beneficio a costa nuestra. Y ahora, en este mundo de tecnología en permanente cambio a velocidad de vértigo, aparece la figura del "ciber delincuente". Que no es para tomárselo a broma, pues por más que nos parezca que no están cerca, estamos muy equivocados. Están entre nosotros, nos vigilan, y nos pueden hacer mucho daño. No hablamos de daños físicos, hablamos de daños económicos y de reputación que pueden llegar a ser muchos y muy graves. Y no pensemos que solo están en peligro las grandes empresas o los bancos. Lo está cualquiera que tenga desde un simple smartphone o un ordenador, hasta el más grande de los servidores que tenga una conexión a internet.