A finales de julio, el Consejo Europeo creó el Fondo de Recuperación de la Unión Europea, un nuevo e importante instrumento de política económica que podría aumentar considerablemente la estabilidad de la Unión Europea y su unión monetaria, y en virtud del cual el bloque pedirá prestado y pagará por primera vez grandes sumas en forma de transferencias a fondo perdido. Pero el acuerdo del Consejo carece de una estrategia clara para garantizar que el dinero impulse un crecimiento inclusivo y sostenible y evite la corrupción. Esta brecha debe ser tapada, porque el fondo de recuperación será deslegitimado si se desperdicia. Las negociaciones en curso entre el Parlamento Europeo, la Comisión y el Consejo (el diálogo a tres bandas) ofrecen una oportunidad de mejora y deberían centrarse en tres puntos cruciales.