Opinión

La garantía de depósitos que Europa necesita

La Comisión Europea presentó recientemente sus propuestas de garantía europea de depósitos. Los responsables esperan estabilizar el sistema bancario y desacoplar los costes financieros bancarios de la solvencia de sus estados anfitriones. Así se cumpliría el objetivo original de la unión bancaria: romper el vínculo entre los estados y sus sistemas bancarios.

Según esta propuesta, el coste de los rescates bancarios y la garantía de depósitos no lo soportarían exclusivamente los países concretos, sino Europa en conjunto. Sería un paso transcendental, que solo puede tener éxito si se tienen en cuenta atentamente los detalles y la estructura en sí. Los críticos alemanes han tildado la propusta de ?ataque al ahorro alemán? pero, al final, es una medida vital si queremos construir una unión bancaria fructífera y sensata.

Hay varios modelos posibles para el sistema europeo de garantía de depósitos. Las diferencias más fundamentales tienen que ver con el tamaño de los elementos nacionales y europeos.

Una posibilidad sería dejar la garantía de depósitos como un asunto puramente nacional, como en la actualidad. En este caso, la credibilidad de la garantía depende del tamaño del fondo de seguro y de la salud del sector bancario nacional y las finanzas estatales, dado que el sistema de garantía de depósito suele contar con el estado como avalista de apoyo. La crisis financiera demostró que este aspecto final puede ser problemático cuando los estados no tienen bastantes recursos. Eso crea grandes tensiones en el sistema bancario, que a su vez sobrecarga al Banco Central Europeo y lo empuja al límite de su mandato.

Una propuesta alternativa es un sistema de garantía de depósito totalmente a nivel europeo. La calidad de la garantía de depósitos sería independiente de las políticas nacionales concretas. No obstante, esto supondría un problema para los incentivos, ya que una responsabilidad compartida de verdad tienta a los políticos a pasarse los costes entre sí. Los estados con normativas menos rigurosas podrían sentir una presión muy débil para mejorar el marco reglamentario de su sistema financiero. Ese sería el caso, por ejemplo, de los ratios mínimos préstamo/valor de las hipotecas o el tratamiento de los préstamos de moneda extranjera. Mediante esas normas, los países influyen en los riesgos bancarios. Aun más relevante es la amplia exposición de los bancos a la deuda soberana. Aquí, hay una necesidad clara de actuación.

Un modelo en que un sistema europeo de regarantía de depósitos retuviera un cierto componente nacional sería un compromiso entre ambos extremos. Los países mantendrían sus sistemas nacionales de garantía de depósitos y solo recurrirían al fondo europeo si los nacionales no fueran suficientes. Los sistemas nacionales de garantía podrían destinar una parte de las aportaciones que reciben de los bancos a la reserva europea. Estas aportaciones podrían fijarse en un índice concreto por país, para tener en cuenta los riesgos nacionales.

Un sistema así reduciría sin duda el llamado ?riesgo moral?, pero los vínculos que unen al sector bancario con los riesgos fiscales y económicos nacionales solo se debilitarían, sin romperse del todo. Por eso, a largo plazo, no puede considerarse un objetivo satisfactorio para la unión bancaria.

Uno de los muchos problemas de la situación actual, que afectaría también a la solución intermedia que proponíamos antes, se basa en el hecho de que un único supervisor bancario común se enfrentaría a las elevadas responsabilidades nacionales. Como se mantienen las diferencias nacionales, es comprensible que los Gobiernos quieran implicarse en la supervisión de los bancos también. Por otro lado, los Ejecutivos nacionales tendrían muchas razones para no asumir responsabilidad por los problemas que no se descubrieran a tiempo por el supervisor común.

Una solución coherente sería crear un depósito europeo de garantías y autoridad de resolución. A imagen de la Federal Deposit Insurance Corporation (FDIC) de Estados Unidos, esta entidad asumiría total responsabilidad de la garantía de depósitos. Podría apoyarse en la regarantía del contribuyente europeo cuando incluso las normas más estrictas de rescate no bastaran para pasar las pérdidas a los acreedores privados. No obstante, solo podemos implantar este sistema con credibilidad si los bancos se vuelven fundamentalmente ?europeos? y sobre todo si poseen menos bonos del Estado en sus carteras.

Un límite superior común a la proporción de bonos del estado en los balances bancarios sería un prerrequisito vital para la garantía europea de depósitos. El vínculo entre los sectores bancarios y los estados no solo se basa en una responsabilidad implícita y explícita, sino sobre todo en las grandes cantidades de bonos del propio estado que compran los bancos.

Alemania, que se opone rotundamente a una verdadera europeización de la garantía de depósitos, también tiene mucho que ganar si el sistema bancario europeo logra la estabilidad. Y eso solo puede convencer si la distribución del riesgo se complementa con una reducción del riesgo. Para empezar, el BCE dejaría de asumir la responsabilidad indirecta. Los sistemas bancarios alemán y europeo también ganarían eficiencia, ya que los préstamos se aprobarían siguiendo criterios económicos en vez de políticos.

WhatsAppFacebookTwitterLinkedinBeloudBluesky