Economista es inspector de Hacienda. Coautor de ?La factura del cupo catalán. Privilegios territoriales frente a ciudadanía? (La Esfera de los libros, 2025).
Opinión

El mundo envejece, y España envejece aún más. De hecho, España ya ha envejecido debido a la combinación del aumento continuado de la esperanza de vida, y de la caída, también continuada, de la natalidad. Esto se ha compensado, parcialmente, con la inmigración. Estos factores demográficos condicionarán más que ninguna otra cosa la economía en España, como ya lo han hecho en países que nos llevan la delantera en este proceso como Japón.

"España cuenta con el sistema financiero más sólido del mundo". Esta declaración del presidente del gobierno en septiembre de 2008, José Luis Rodríguez Zapatero, no envejeció muy bien. Tampoco lo hizo la repetida consigna gubernamental, ya en 2012, de que el rescate de las entidades financieras no iba a costar un euro a los españoles. El rescate del sistema financiero ya en el propio 2012 tuvo un coste de 46.693 millones de euros. Pero esa cifra no fue el final, porque hay otra declaración que también se ha demostrado inexacta. Esta afirmación es que el coste del rescate era un one-off, es decir, un gasto que no se iba a repetir en el futuro. Desde 2011, todos los años las Arcas Públicas han seguido pagando "el coste del rescate" hasta completar, hasta 2022, nada menos que 75.553 millones de euros, según datos de la Intervención General de la Administración del Estado (IGAE).

Los españoles pagamos entre impuestos y cotizaciones 551.185 millones de euros, según datos de la Intervención General de la Administración del Estado (IGAE). Añadiendo otros ingresos de las distintas administraciones públicas, tenemos récord de ingresos, pero esto no es suficiente para hacer frente a los gastos.

En 2023, la recaudación del principal impuesto de nuestro sistema fiscal, el IRPF, fue de 120.280 millones de euros, lo que es un nivel récord. Dicho en otras palabras, los españoles pagamos más IRPF que nunca. Esto se debió, como casi todo, a varias causas. Por una parte, hubo crecimiento económico y más empleo. Por otra parte, como comentábamos hace un par de semanas en elEconomista.es, también tenemos menos fraude y economía sumergida. Pero, también hay otro hecho relevante que no deberíamos olvidar, la inflación y sus efectos. Los contribuyentes no sólo pagamos más IRPF que nunca, sino que también tenemos que destinar más parte de nuestra renta a pagar el IRPF.

Incluso la peor pandemia en un siglo, la Covid-19, dejó algunas luces en el terreno económico. En un primer momento, como todos recordamos, hubo que cerrar casi toda la economía en medio de las mayores restricciones a las libertades que se recuerdan. Uno de los efectos fue que la recaudación se impuestos se hundió y se disparó el déficit público. Pero posteriormente la recaudación fiscal se disparó, y, aunque, no sea evidente, eso se debió también a la propia pandemia.

Los primeros parlamentos se crearon, ya en la Edad Media, para autorizar los gastos del Rey, ordenando recaudar los impuestos. Esto quiere decir que la primera función de los parlamentos era, precisamente, la presupuestaria. En la actualidad, la función de examinar, debatir y aprobar los presupuestos sigue siendo una función esencial de los parlamentos. Sin embargo, las consecuencias de no tener presupuestos están muy suavizadas por la prórroga automática prevista en el art. 134 de la CE.

Hay quién prefiere que la Banca no gane dinero, yo no. Tengo, por lo menos, dos razones, la primera es que cuando las entidades financieras pierden dinero, los contribuyentes acaban pagando buena parte de la factura. Esto no es teoría, según el estudio de Fernando Restoy (ex subgobernador del Banco de España), Mariano Herrera y Patrizia Baudino para el Banco de Pagos Internacional, el rescate financiero en España había supuesto el empleo de casi 81.000 millones de euros de recursos públicos hasta el 31/12/2022, de los que sólo unos 23.000 millones provenían del propio sector. Es una estimación similar, en conceptos e importes, a la que hice en mi libro Y esto, ¿quién lo paga? (Debate 2023). Pero, la segunda razón es todavía más obvia y determinante: si la Banca deja de ganar dinero, se deja de conceder crédito, lo que lleva inexorablemente a una grave crisis económica. Eso, como vimos también en el periodo 2008-2013 tampoco es teoría.

El salario de un trabajador es un ingreso para él, y una buena parte del coste de tenerlo contratado para la empresa. No es todo el coste porque la empresa también tiene que pagar las cotizaciones a la Seguridad Social. En principio, las empresas sólo contratarán nuevos empleados, y mantendrán los que ya tienen en nómina, si la producción de estos empleados supera, al menos, los costes salariales y de cotizaciones. Puede haber excepciones puntuales por algunas razones, pero si en la generalidad de los casos, primero no se producen nuevas contrataciones, después despidos y finalmente el cierre de empresas.

Cuando se ignoran elementos fundamentales de la realidad, propuestas, que sobre el papel parecen grandes ideas, se pueden convertir en absolutamente contraproducentes. Así, hace unos días, la vicepresidenta segunda del Gobierno y líder de Sumar, Yolanda Díaz, proponía eliminar la exención del IVA a la Sanidad y Educación privada. Lo hacía con el siguiente argumento:

"También queremos que factores que son claves en un impuesto que es regresivo e injusto, como es el IVA, sean modificados (…) Estamos financiando de alguna manera la asistencia a las escuelas privadas, no estoy hablando de la escuela concertada. ¿Por qué la Sanidad privada en España tributa al 0%? ¿Es esto justo?"

El pasado martes, el Gobierno aprobaba una rebaja del IRPF que suponía que 5,2 millones de contribuyentes se fuesen a ahorrar unos 1.385 millones de euros. Pero, esta rebaja se realizaba sólo en el Reglamento del Impuesto, y queda pendiente que se modifique la ley, puesto que, si no, este ahorro de los contribuyentes se perdería, como lágrimas en la lluvia, si tienen que presentar su declaración de la renta. De hecho, esto es lo que les ocurrirá a muchos contribuyentes este mismo año de entre los que ganan entre 22.000 y 35.200 euros, como el jueves informaba elEconomista.es.