Tecnología
20/02/2019, 07:02
Wed, 20 Feb 2019 07:02:59 +0100
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Los microinfluencers y nanoinfluencers empiezan a desbancar a las celebrities. Las marcas que se publicitan en la Red se han fijado en ciudadanos desconocidos para que promocionen -a través de las redes sociales- determinados contenidos a cambio de descuentos, invitaciones o pagos en metálico. Cada vez más anunciantes comienzan a tenerlo claro: es mejor pagar diez euros a 500 pequeños prescriptores que un pago único de 5.000 euros a un famoso. El fenómeno es imparable. Por ejemplo, en la Chocolatería 1902, en la madrileña Puerta del Sol, encontramos un cartel. En él se nos invita a compartir una story en Instagram sobre cómo está siendo la experiencia en el local. A cambio de mantenerla durante las 24 horas siguientes, se nos premia con cuatro churros gratis. Detrás de esta iniciativa descubrimos que cualquier persona puede ser un influencer entre los suyos. "Las marcas están cansadas de las celebrities, que no son creíbles. Esto es llevar el boca-oreja de toda la vida al terreno digital. Para ello, recurrimos a personas que no se consideran influencers para nada en absoluto". Así nos lo explica Carlos Ballesteros, CEO de Instastories, la empresa que ha realizado la campaña de la famosa chocolatería. Asistimos a lo que podríamos llamar la democratización de la publicidad.