El queso español vive inmerso en una paradoja después de la pandemia: mientras exporta más que nunca a terceros países, pierde terreno a nivel nacional por la competencia de productos importados desde el centro de Europa. En un mercado nacional que lleva tres años estancado tras el pico de 2020 -motivado por el cierre de la restauración, principalmente- el producto del país pierde terreno en un contexto inflacionario en el que le cuesta competir por el precio de las materias primas.