
La Generalitat ha declarado este jueves la emergencia por sequía en el sistema Ter-Llobregat, lo que afectará a casi seis millones de habitantes de Barcelona y Girona, así como a las actividades económicas. Ante esta situación, dos actividades turísticas han tomado medidas: los cruceros y los cámpings.
En Barcelona, que es uno de los principales puertos de cruceros del mundo tras los del Caribe, la asociación del sector (CLIA) y el puerto de la capital catalana han llegado a un acuerdo por el que, mientras dure la emergencia, los buques no se aprovisionarán de agua salvo casos de extrema necesidad.
En los últimos años, los cruceros ya han ido mejorando su autonomía hídrica, a través de medidas para reducir el consumo de agua, su reutilización y su producción a bordo a través de evaporadores y plantas de ósmosis inversa. Así, numerosos buques de crucero pueden llegar a producir más del 90% del agua dulce que necesitan.
En 2022, los cruceros se aprovisionaron de agua en menos del 30% de las escalas, una caída respecto a 2017, cuando la cifra se situaba en el 50%, según datos de CLIA, que destaca que los barcos de crucero representan el 0,09% del consumo de agua de la ciudad de Barcelona.
Por su parte, la Federación Catalana de Cámpings está trabajando en un plan para que este verano las piscinas de los establecimientos estén funcionando al 100% con un nuevo sistema. Y es que en fase de emergencia está prohibido llenar o rellenar piscinas.
Se trata de un proyecto que el sector llevará a cabo en colaboración con la Generalitat a través de una línea de ayudas y de la mano de equipos tecnológicos para que los cámpings puedan ir adaptando las piscinas para que se puedan rellenar con agua de mar. El proyecto incluye también un plan de formación dirigido a los equipos de los establecimientos.
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