
La influencia que logran ciertos líderes, CEO, deportistas, políticos o empresarios en nuestras vidas tiene una explicación psicológica, desde una arista de "admiración" hacia el propio individuo llamada efecto 'Streaking Star'.
Y es que, según un estudio, perseguimos y nos identificamos con estos perfiles individuales porque nos "ponemos en su piel" cuando nos vemos asombrados por el camino y los obstáculos que los hicieron llegar al éxito.
La identificación con un grupo, o un equipo de personas, o una empresa, sin embargo, no logra patrones de influencia, según lo dejan ver los expertos Jesse Walker, Stephanie J. Tepper y Thomas Gilovich en su informe.
Caso del deporte
Si lo llevamos al caso práctico (en lo deportivo) "los fanáticos, por ejemplo, quieren ver a Serena Williams, Usain Bolt o Michael Phelps continuar con sus extraordinarias rachas de éxito", pero no tanta gente quiere "ver triunfar al Manchester United o a los Yankees de Nueva York".
En los casos de los deportistas que triunfan en formato individual, "sus logros inspiran asombro", una emoción decididamente positiva que la gente generalmente quiere seguir experimentando a medida que continúa el éxito del atleta. El éxito del grupo, por el contrario, es a menudo menos inspirador porque las causas responsables están asociadas a una "sensación de ambigüedad".
Para dar sustento a esta explicación, los investigadores se basaron en un estudio que realizaron a 2.625 personas, y que fue publicado en el Journal of Personality and Social Psychology, el cual evidencia que la gente quiere que el desempeño superior de los individuos "continúe más que el desempeño idéntico de los grupos".
Caso de las empresas
Tal como el caso del seguimiento a los deportistas que triunfan en formato individual, pasa en el mundo de los negocios y de las empresas. Así lo demuestra otro estudio, realizado por los mismos autores, en el cual a los participantes se les presentó el caso de AVnet, una de las 350 empresas más grandes de Estados Unidos.
A un grupo de la muestra, se les dijo que un director (ficticio), había llevado a esta empresa al éxito a partir de una serie de buenas decisiones. En cambio, a otro parte de la muestra, se les dijo que un grupo de ejecutivos había gestionado el buen camino de la misma compañía.
A modo de conclusión, los investigadores se dieron cuenta que los participantes se asombraron más y se sintieron más atraídos por la marca cuando el éxito se debió supuestamente a la figura única del director o CEO (ficticio), que a un logro colectivo de ejecutivos. Incluso expresaron que la compañía tenía que tener mayor participación en el mercado.
De esta forma, y como reflexiona, Magnet, sería el motivo por el cual "amamos" más a las marcas que detrás de ellas tienen un "rostro inspirador", como Steve Jobs, con Apple; Bill Gates, con Microsoft; Elon Musk, con Tesla; o Messi, con la Selección Argentina Campeona del Mundo o con el PSG.