El primer ministro de Reino Unido, Boris Johnson, se enfrentará esta misma tarde a una moción de confianza de su partido tras haberse reunido las 54 firmas necesarias de "rebeldes" conservadores que pondrán al gobernante contra las cuerdas, según ha informado Graham Brady, el presidente del Comité 1922 del partido, encargado de organizar los procesos de elección y de deponer a los líderes 'tories'.
En un comunicado, Brady ha indicado que se había alcanzado el umbral del 15% de los parlamentarios que buscan un voto de confianza. Tras el anuncio, desde Downing Street insiste en que la votación, que tendrá lugar entre las 18.00 y las 20.00 (hora de Londres), es "una oportunidad para poner fin a meses de especulación y permitir que el gobierno dibuje una línea y siga adelante".
Según Brady, Johnson "estuvo de acuerdo en que debemos llevar a cabo la votación lo más rápido que podamos". El resultado se publicará a las 21.00 de Londres, 22.00 en la Península.
Para que la moción interna salga adelante y Johnson sea destituido se necesitan los votos en contra de la mayoría de los 359 parlamentarios conversadores, es decir, de al menos de 180 de los legisladores del partido. Entre los conservadores persiste la idea de que podría ser difícil de alcanzar, entre otras cuestiones por el gran número de parlamentarios en la nómina del Gobierno y por la falta de sucesores obvios para que el partido se reúna en torno a ellos.
Si Johnson pierde la confianza, habría un concurso de liderazgo para decidir su reemplazo pero si la supera, estaría blindado a otra durante un año. Aun así, las reglas no son fijas, y el Comité 1922 podría cambiarlas para permitir a los diputados echar a Johnson en cualquier otro momento si hay una mayoría clara a favor, un cambio con el que ya amenazaron a Theresa May en la reunión que se saldó con su dimisión prematura en 2019, apenas seis meses después de ganar una moción de confianza como esta.
A examen por el 'partygate'
El que es primer ministro británico desde 2019 ha vivido varios momentos delicados durante su mandato pero ha sido el partygate el que parece haber asestado un golpe que podría celebrarse incluso antes de lo estimado. Las críticas por las fiestas celebradas en Downing St. en pleno confinamiento por la pandemia no se borran ni con medidas de impacto, como el reciente anuncio de miles de millones de libras en ayudas a las familias afectadas por la inflación.
Tampoco le ha dado tiempo a Johnson a hacer un último intento para ganarse a los conservadores con dudas con el anuncio de medidas para abordar el retraso en el tratamiento acumulado en el Servicio Nacional de Salud debido a la pandemia.
Los abucheos contra Johnson durante las celebraciones del Jubileo de Platino de este fin de semana para celebrar los 70 años de la reina Isabel II en el trono fueron una confirmación más del mal momento político que atraviesa su liderazgo en plena incertidumbre global, aunque el primer ministro nunca ha tenido intención de dimitir.
En los últimos meses, docenas de legisladores conservadores han expresado su preocupación sobre si Johnson ha perdido su autoridad para gobernar en pleno riesgo de recesión, con los precios del combustible y de los alimentos subiendo y con el caos en Londres, colapsada por la huelga en el transporte.
Un partido dividido
La señal más preocupante para Johnson, sin embargo, es que el ala rebelde parece ser mucho más potente de lo que preveía. En los últimos días, varios miembros del Gobierno decían a la prensa que no esperaban que se alcanzaran las firmas necesarias en el corto plazo, y ni consideraban la posibilidad de que más de 100 diputados pudieran votar a favor. La realidad parece estar cogiendo desprevenido al equipo de Johnson.
El domingo por la noche, el grupo de rebeldes empezó a circular un documento explicando por qué es necesario destituir a Johnson. La clave es que su imagen está incinerada después del 'Partygate' y su continuidad al frente del Ejecutivo puede llevar al partido a una debacle electoral, en los dos escaños en juego en las elecciones parciales del próximo día 23 de junio y en todo el país en las próximas generales.
Johnson lanzó una contraofensiva, escribiendo a su grupo parlamentario y explicando que ha "tomado nota de sus errores" y "realizado cambios", en una carta en la que tachaba al escándalo de las fiestas como "una obsesión de los medios" que no importa a los ciudadanos de a pie, y pidiendo su apoyo para pasar página y volver a lograr una mayoría absoluta clara como la de 2019.
Pero a las 17.00, hora peninsular española, Johnson no había logrado reunir ni siquiera el mismo apoyo explícito que Theresa May en su moción, en diciembre de 2018. A mediodía, la ex primera ministra ya tenía a más de 160 diputados -la mayoría absoluta de entonces- anunciando públicamente su apoyo. Por contra, a dos horas de la votación, Johnson va por 121, exactamente un tercio de su partido, y dos tercios de la cifra que necesita.
Las apuestas indican que los rebeldes superarán de sobra una cifra similar, con 120 votos en contra como mínimo. El rechazo de más de un tercio de su bancada fue suficiente para tumbar a Margaret Thatcher -que recibió el equivalente a 147 votos en contra, con las cifras actuales- y a la propia May -133 votos, proporcionalmente-, pese a que ambas sumaron el respaldo de más del 60% de sus filas. Si Johnson acaba en la misma zona, la consecuencia puede ser una agonía similar a la que vivió May hasta su dimisión, o terminar como John Major -que tuvo el equivalente a 121 votos actuales en contra-, que resistió en el poder dos años más pero sin autoridad alguna, y que acabó siendo arrasado en las urnas en 1997.
Las encuestas exprés hechas esta misma mañana indican que los propios militantes del Partido Conservador están divididos: un 42% pide su cese y un 53% apoya mantener a Johnson en el cargo, según YouGov. Entre el electorado general, las cifras son más claras: un 60% pide su cese, y solo un 27% le apoya.
La libra tardará en reaccionar
La Bolsa de Valores de Londres se mueve al son del resto de plazas europeas, en positivo, tras conocerse la noticia. El FTSE 100 registra subidas de entorno al 1,2% tras un fin de semana de cuatro días por las festividades del Jubileo de Platino. La libra, por su parte, se intercambia a 1,2549 dólares, un 0,51% arriba.
Como recuerda Bloomberg, los votos de confianza contra los ex primeros ministros, desde Margaret Thatcher hasta Theresa May, han afectado a la libra, pero esta vez las implicaciones del mercado son menos claras, ya que el Banco de Inglaterra sigue siendo el principal impulsor por su respuesta a la inflación. Eso no quiere decir que sea irrelevante para la libra esterlina, solo refleja que las incertidumbres en los frentes económico y monetario están nublando su influencia.
Jordan Rochester, estratega de divisas de Nomura, asegura que la moción "potencialmente sí" importa para la libra, "pero no de la misma manera clara que lo hizo con Theresa May". De hecho, el analista no espera que la libra esterlina reaccione hasta que se aclaren los principales candidatos a suceder a Johnson y sus políticas.