
Desde el inicio de la pandemia se ha visto cómo la ciberdelincuencia ha crecido, a consecuencia del mayor uso de la tecnología. Unos ataques que, en la mayoría de casos, tratan de obtener contraseñas o datos confidenciales con los que aprovecharse para robar información. Por ello, los sistemas de seguridad cada vez buscan ser más sofisticados. Un hecho que está provocando el adiós de las contraseñas convencionales.
"Escriba su contraseña con, al menos, seis caracteres, una mayúscula, un número y un carácter especial". Es un enunciado con el que toda persona con alguna cuenta en Internet se ha encontrado en algún momento. Una clave que siempre ha buscado ser lo más compleja posible, pero que ni mucho menos está fuera del alcance de la ciberdelincuencia.
Con métodos muy avanzados, incluso las contraseñas más largas, raras y complejas han doblado su brazo a torcer (no se diga ya las que usan la fecha de nacimiento, el nombre del perro o el plato preferido).
Por ello, los últimos estudios acerca de la seguridad online están llegando a la conclusión de que ha llegado la hora de dejar de lado estos sistemas y aprovechar las nuevas tecnologías para vías de autentificación más sencillas, seguras y rápidas y, por su puesto, no habrá que memorizar porque irá ligada a una parte del cuerpo de la persona.
En el futuro podría abrirse un coche usando el globo ocular de una persona
De base biométrica, estas nuevas contraseñas usan huellas dactilares, ojos o la voz. Unos sistemas que ya se están viendo en los dispositivos más avanzados, como móviles o tabletas, pero que pronto también se utilizarán asiduamente para las cuentas bancarias o, incluso, la conducción de un vehículo.
Además, gracias a la Inteligencia Artificial (IA), estas contraseñas también se verán mejoradas ya que aunque una persona envejezca, los sistemas serán capaces de seguir identificando sus rasgos físicos. "Ahondando en el apartado de seguridad, la biometría en conjunto con la IA otorga un ecosistema digital más confiable al trabajar con datos digitales irremplazables e irrepetibles. Hablamos de identidades físicas y conductuales que no se pueden hackear o robar", señala Veritran, compañía pionera en el desarrollo de soluciones digitales para entidades financieras.
Una nueva forma de proteger los datos más personales de un usuario que ya ha entrado a formar parte del día a día y pronto cambiará para siempre la seguridad digital. El adiós a esas contraseñas que se olvidaban, se hacían repetitivas o fáciles de conseguir y, en ocasiones, podían dejar a la vista de cualquier ciberdelincuente información muy confidencial.