
El presidente del BCE, Mario Draghi, puso sobre la mesa tres escenarios para terminar con el programa de compra de deuda: parada abrupta, una extensión del programa y una disminución gradual. Según informa Bloomberg, el Consejo de la institución descarta la finalización de los estímulos en septiembre y abogan por extenderlos hasta final de año con una reducción en la cuantía de compras. l La debilidad del dólar puede torpedear el giro monetario del BCE en la Eurozona
Hasta los miembros más duros del Consejo de Gobierno respaldan una reducción gradual de de las compras de activos después de que finalice la última extensión en septiembre, pese a que presiona a Draghi para que los comunicados del BCE incluyan el mensaje del fin de las políticas extraordinarias.
El plan inicial de la entidad era este tipo de retirada cuando fue anunciada la fecha de conclusión. Pero la vigorosa recuperación de la economía europea y reacción alcista del rendimiento de los bonos de Alemania y Francia está presionando para que se valore un anticipo al giro de política monetaria.
La cuestión principal para el BCE es que el repliegue del Quantitative Easing (QE) no provoque tensiones en el mercado con una venta masiva de deuda sin su colchón de compras.
El final abrupto en septiembre fue el escenario descartado por el propio Draghi y significa poner fin a las compras de deuda y las reinversiones de los vencimientos.
Los responsables políticos del Banco Central Europeo se apegan a la suposición que el programa de compra de bonos se cerrará en unos tres meses en lugar de paralizarse repentinamente. El programa de compra se redujo a la mitad de su potencia a 30.000 millones de euros mensuales hasta septiembre.
Draghi remarcó que el programa podría extenderse nuevamente si las perspectivas de inflación son demasiado débiles. Aunque hay cierto consenso que habría que reducir, hay algunos miembros que dudan si debería empezar en septiembre o final de año. La extensión del programa implica seguir saliendo al mercado comprando activos. El tercer escenario contemplaría bajar la potencia de fuego, manteniendo el balance por las reinversiones de vencimiento.
Para cuándo la retirada
El gobernador del banco central holandés Klaas Knot indicó que el programa debería finalizar "lo antes posible", ya que "ha hecho lo que se podría esperar de él". La retirada del QE será el pistoletazo de salida para que el BCE comience a normalizar tipos. Una idea que está anticipando el mercado para finales de 2018. "Veremos su fin en septiembre y la primera subida de las tasas negativas a fin de años", señala Antonio García Pascual, economista jefe de Barclays Capital Services. Un extremo que negó Draghi y cuya negativa está intentando extender el BCE en sus filtraciones.
Muchos miembros del banco señalan en sus intervenciones que el final del QE, no significa que la reducción de balance sea automática. Pasado el programa de compra de activos se seguirá reinvirtiendo los vencimientos de deuda, con lo que el nivel de deuda del BCE se mantendrá en niveles récord.
Mientras el debate en el mercado se sitúa si el BCE acelerará el endurecimiento de su política monetaria, la institución va mucho más despacio y la discusión interna se centra en cuándo se modificará el mensaje oficial para adecuarlo a la mejora económica, como indicaron las actas de la reunión de diciembre.
Palomas contra halcones
Los halcones del BCE Jens Weidmann y Ardo Hansson han abogado públicamente por incluir en el discurso del banco que el crecimiento sólido tendrá pronto su efecto positivo en la inflación, advirtiendo que esperar demasiado para dar los próximos pasos hacia una política más normal puede significar quedarse atrás de la curva.
Hansson llegó incluso a decir que podrían terminar la compra de bonos de una sola vez sin el riesgo de perturbar a los mercados financieros. Sin embargo, el economista jefe del BCE, Peter Praet, fue bastante más cauto y habló de que hay que estar seguro de que la inflación se consolida sobre el 2%.