Vivienda - Inmobiliario

La espiral infinita en la vivienda que llena el mercado de inquilinos asfixiados por el alquiler

  • Quien quiere comprar no puede y se ve empujado a arrendar
  • La 'entrada' para irse de alquiler se complica para más personas
  • Los jóvenes escenifican lo peor de este bucle del mercado inmobiliario
Foto: iStock

Cuando comprar es imposible, alquilar se vuelve irremediable; los problemas surgen cuando ser inquilino deja de estar al alcance de cada vez más bolsillos. El mercado de alquiler en España está profundizando en las tensiones estructurales que genera, principalmente, el desequilibrio creciente entre oferta y demanda, alimentada esta última por el número creciente de personas que no pueden adquirir una vivienda en propiedad porque su situación económica no se lo permite.

A nivel práctico, esto se traduce en que los inquilinos, que siguen siendo la mayoría dominante en este mercado (77% frente al 19% de propietarios) perciben una presión de los precios cada vez mayor, precisamente por ese desajuste entre unos y otros: mucha gente necesita/quiere alquiler pero los propietarios que sacan sus inmuebles al mercado van en descenso. El detalle dice que el stock de viviendas en alquiler permanece en niveles críticamente bajos, lo que representa un obstáculo para el 43% de los inquilinos, cinco puntos más que hace un año.

Este mercado compacto y de rotación limitada derivó en nuevos máximos históricos en el primer semestre de este año, con un promedio nacional de 12,65 euros el metro cuadrado, según el estudio Experiencia en alquiler en 2024 que publicó Fotocasa a cierre de ese periodo. El dato no solo batió las cifras de la burbuja inmobiliaria de 2007 sino que plantea nuevos desafíos para la accesibilidad de la vivienda en renta.

La escalada de precios anula las opciones para cada vez más inquilinos de ingresos más bajos. No son solo las cuotas mensuales, donde los 1.000 euros se consolidan como base en cada vez más municipios, sino que asumir la 'entrada' para vivir de alquiler supone un esfuerzo inicial también cada vez mayor.

Según un estudio más reciente del mismo portal inmobiliario, un 33% de los inquilinos que ha alquilado un inmueble en el último año ha reconocido dificultades para afrontar los pagos iniciales del alquiler, es decir, la fianza o depósitos, los avales o los cuestionados seguros de impago que los propietarios exigen para blindarse de posibles problemas.

De hecho, hay un 30% que afirma haber tenido que recurrir a familiares o amigos o financiación externa para hacer frente a este gasto. Concretamente, este porcentaje se reparte entre el 19% que pidió prestado a un familiar, amigo o conocido, un 7% solicitó financiación a una entidad bancaria y un 4 % que la pidió a otra entidad no bancaria.

Los jóvenes son los más afectados por esta espiral infinita, sobre todo los de edades comprendidas entre los 18 y 24 años, etapa de entrada en el mercado laboral a través de contratos de trabajo precarios que dificultan el ahorro. El desfase entre sus ingresos y los precios del alquiler retrasa e incluso llega a fulminar sus planes de emancipación, realidad a la que sólo acceden 16 de cada 100 personas antes de los 30 años.

Esta problemática afecta especialmente a los inquilinos más jóvenes (18-24 años). Así, un 52% de ellos pudo hacer pagar estos gastos iniciales con sus ahorros, porcentaje que en el resto de grupos de edad ascendió por encima del 70%. La otra casi mitad de jóvenes tuvo que recurrir a varias alternativas para cubrir la 'entrada', sobre todo se vieron abocados a pedir dienro prestado a familiares, amigos o conocidos (34%) y a buscar financiación a través de entidades bancarias (12 %).

La directora de Estudios y portavoz de Fotocasa, María Matos, subraya las implicaciones de que un porcentaje significativo de inquilinos muestren dificultades para afrontar los gastos iniciales de entrada a la vivienda en alquiler y destaca que la falta de accesibilidad económica que está obligando a los demandantes a endeudarse o depender de ayuda familiar para cubrir los costes básicos de vivienda. Eso "no solo refleja una desigualdad económica creciente, sino que también pone en riesgo la estabilidad financiera de los inquilinos, lo cual puede tener repercusiones a largo plazo en el bienestar social".

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