Transportes

Thomas Cook quiebra... crónica de una muerte anunciada del pionero del paquete todo incluido

  • El turoperador lleva años lanzando señales de alerta, sobre todo en bolsa
  • Los analistas de Citi llegaron a decir que las acciones de la empresa valían cero
  • Sus títulos tocaron máximos en los 150 peniques: el viernes cerraron en 3,45 peniques
Reuters.

La quiebra de Thomas Cook ha dejado colgados a 600.000 turistas en todo el mundo, pero su muerte era una crónica anunciada. Una deuda galopante (1.700 millones de libras), un negocio que no ha sabido hacer frente al auge de las compras de vacaciones por internet y el aumento del número de compañías low cost junto con la incertidumbre del Brexit, la caída de la libra y la inestabilidad de los precios del petróleo -fatal para sus aerolíneas- han ido creando un cóctel explosivo difícil de manejar.

Multitud son las señales que avisaban de este final. Antes de verano, el pionero de los paquetes de todo incluido anunció unas pérdidas en el semestre hasta el 31 de marzo de 1.474 millones de libras (1.687 millones de euros), un agujero que ponía en peligro su viabilidad, según alertó la auditora EY. Sus problemas financieros activaron las alarmas en las casas de análisis y los inversores no podían negar que no estaban avisados. ¿Era demasiado grande para caer? 

Los expertos de Citi no se andaron con rodeos y aseveraron que las acciones de la compañía no valían nada. A su juicio, la perspectiva de ganancias del operador de viajes era bajísima y, aunque Citi calculaba que sus operaciones de viaje y negocios de aerolíneas tenían un valor de alrededor de 738 millones de libras, la cantidad de deuda mantenida por la compañía borraba de un plumazo este valor.

Sus delicadas finanzas encendieron un semáforo rojo en los últimos meses y en casi todos los engranajes de la cadena. Richard Clarke, analista de Bernstein, explica que "sus proveedores desconfiaban, los hoteles le pedían el dinero por adelantado, los consumidores se volvieron menos dispuestos a reservar con ellos...".

Hasta tres profit warning en pocos meses

Hace un año, Thomas Cook anunciaba un profit warning, el tercero en solo unos pocos meses. Además de recortar sus previsiones de cara a los próximos ejercicios, la compañía procedía a suspender su dividendo. Hasta aquí su pasado más inmediato, pero los tumbos del gigante británico empezaron mucho antes.

A finales de 1920, los tres nietos de su fundador -Thomas Cook- vendieron el negocio a los dueños belgas del Oriente Express, pero con el estallido de la II Guerra Mundial, la empresa fue nacionalizada por el Gobierno británico con el objetivo de ponerla a salvo de una posible ocupación nazi. Tras la guerra, el apetito por las vacaciones resurgió y la compañía volvió a manos privadas en el 72. Desde entonces, la empresa ha cambiado de manos por fusiones o adquisiciones. 

En 1992 fue comprada por Westdeutsche Landesbank, el tercer banco más grande de Alemania. En el 2001 pasó a manos de otra firma alemana, C&N Touristic y pronto llegaría su momento más difícil ante la revolución digital. En junio de 2007, la compañía anunció su fusión con My Travel y nacía Thomas Cook Group, una nueva empresa cotizada en la bolsa de Reino Unido y Alemania.

La travesía por el desierto de la firma en bolsa es otra de las señales de su caída. Sus acciones, suspendidas de cotización tras declararse la quiebra, tocaron máximos en mayo de 2018 en los 150 peniques, una cifra ha ido decayendo hasta los 3,45 peniques del pasado viernes. 

En 2011, Thomas Cook evitó la quiebra por los pelos gracias a un acuerdo con sus bancos acreedores, entre ellos Barclays, HSBC, RBC, RBS y UniCredit. A principios de 2015, Fosun entra en escena con una alianza estratégica.

El conglomerado chino compró inicialmente un 5% de Thomas Cook, una participación que ha ido aumentando hasta convertirse en su mayor accionista. Según estaba previsto, Fosun volvería a desembolsar 1.100 millones de dólares dentro de su rescate, pero la firma necesitaba 1.350 millones. Los 250 millones son los que han atascado esta madruga la negociación in extremis y que le ha llevado a entrar en la suspensión de pagos. 

La empresa dio sus primeros pasos en 1841 cuando el ebanista Thomas Cook fundó el negocio en el condado de Leicestershire para hacer excursiones a localidades cercanas. Cook, religioso hasta la médula, quería ofrecer a la clase trabajadora algún tipo de entretenimiento que le alejase del exceso de la bebida en los difíciles tiempos victorianos.

Es así como este ebanista aprovechó el auge de los ferrocarriles en Reino Unido para ofrecer un recorrido de 19 kilómetros desde la ciudad de Leicester hasta la localidad de Loughborough, a un coste de un chelín por persona (equivalente a unas tres libras actuales o 3,3 euros-). Estos viajes cortos tuvieron tan buena acogida que Cook los repitió durante varios veranos seguidos, lo que dio paso a extender los recorridos por otras localidades británicas.

En 1855 Thomas Cook se puso como meta cruzar el Canal de la Mancha para visitar París y, a partir de allí, extendió las ofertas de viajes

En 1855 Thomas Cook se puso como meta cruzar el Canal de la Mancha para visitar París y, a partir de allí, extendió las ofertas de viajes a otros destinos europeos antes de que siguieran EEUU, Asia y Oriente Medio. La compañía disfrutó de una gran expansión a medida que aumentaba la clase media en el Reino Unido y su deseo por viajar.

Con el tiempo, el hijo de Thomas Cook, John Mason Cook, se hizo cargo de la compañía a la muerte de su padre en 1892, y permaneció en manos de la familia durante principios del siglo XX.

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