
El año nuevo abre una etapa de todavía más incertidumbre en el fabricante de trenes Talgo. Con la llegada del 2025 llega a su fin el pacto de socios formulado entre la familia Oriol, herederos del cofundador de la empresa y poseedores del 7% de las acciones; el fondo británico Trilantic, dueño del 30% de la empresa tras adquirirla en 2006; y el family office Torreal, de la familia Abelló, que posee un 3%.
Todos ellos controlan de forma conjunta el 40,03% del fabricante de trenes a través del vehículo societario Pegaso Transportation, creado para formalizar los compromisos de ese pacto. Entre ellos, la inclusión de una cláusula de arrastre que obligaba a todas las partes a vender al mismo precio y postor en caso de que alguno de los socios deshaga su posición. Pero a partir del 1 de enero, esta condición desaparece, abriendo la puerta a que cada uno de ellos vendan en el mercado a quien consideren oportuno.
De hecho, lo que parecía un mecanismo para asegurarse el control de la compañía de cara a su salida a bolsa en el año 2015, se ha acabado convirtiendo en el principal impedimento para vender la compañía, dado que ese 40% que manejan supera el máximo del 30% que fija la ley de opas para ceder el control de la sociedad, obligando por tanto a lanzar una oferta por el 100% del capital. Es lo que tuvo que hacer el consorcio húngaro Ganz-MaVag, compuesto por el Estado de Hungría y la empresa Magyar Vagon, que ofreció 619 millones de euros (5 euros por acción), pero vio vetada su propuesta por el Gobierno, que alegó "razones de seguridad nacional" para frenar su adquisición.
El descarte húngaro y los intentos de Moncloa por auspiciar una alternativa a su propuesta han dado lugar a un baile permanente de candidatos entre los que sólo una empresa, la siderúrgica vasca Sidenor, ha dado el paso de formalizar una propuesta de compra parcial de Talgo: 100 millones por el 20% de la empresa, a unos 4 euros por acción. La compañía dirigida por José Antonio Jainaga cuenta con el apoyo de los gobiernos Central y Vasco, pero no ha logrado convencer a Trilantic, máximo accionista y líder de las conversaciones, que considera que la propuesta era baja respecto a sus pretensiones, inicialmente fijadas en los 5 euros por acción y luego rebajadas.
Entre tanto, el fondo ha tratado de calentar la acción y la oferta de compra con una supuesta propuesta del Fondo Polaco de Desarrollo, en manos de su Estado, para adquirir el 100% de Talgo e integrarlo en su fabricante local Pesa. Sin embargo, esa propuesta, que según Business Insider Polonia ya tenía hasta financiación, nunca llegó al Consejo de Administración de Talgo, que celebró su última reunión antes de Navidad.
Sidenor podría ahora, si convence a los Abelló y los Oriol, adquirir un primer 10% de la compañía, aunque los socios siempre han mostrado unidad de acción, incluso cediendo la negociación al fondo británico. Otro 5% está en manos del family office de la familia Torrente Blasco, Torrblas, que adquirió ese paquete apenas tres días antes de que Trilantic comenzase a negociar con Magyar Vagon la venta de su participación.
Desde Moncloa insisten en que la única bala para salvar Talgo es la oferta vasca, que aspira a controlar un 30%: Sidenor el 20%, y dando entrada al Gobierno Vasco (a través de su fondo industrial Finkatuz) y a la fundación Vital (accionista de Kutxabank). El resto, hasta el 40% que daría salida a los socios, sería aportado por la Hacienda española a través de la SEPI.