
Por los mares sigue llegando una invasión que Europa no tiene del todo claro si detener. A China se le ha metido entre ceja y ceja el objetivo de inundar Occidente -especialmente el Viejo Continente- con sus coches más baratos y competitivos (mención especial al vehículo eléctrico) y está poniendo toda la carne en el asador para conseguirlo. Si hace meses causaron cierta impresión las imágenes de mastodónticos megabques cargados con miles de automóviles zarpando de China con dirección a las costas europeas, Pekín ha redoblado esfuerzos en este tiempo.
BYD, la compañía puntera china en el vehículo eléctrico, ya tiene surcando las aguas un tercer buque con el que transportar miles de coches en dirección a Europa. Se trata del buque BYD Changzhou, que con 5.000 unidades a bordo y tras visitar los puertos chinos de Lianyungang y Taicang, en la provincia de Jiangsu, sigue la ruta que ya han hecho otras embarcaciones empleadas por la firma. La invasión del coche chino solo acaba de empezar.
A comienzos de 2024 era el flamante BYD Explorer No.1 el que acaparaba fotografías en la prensa con sus miles de coches a bordo. El buque no era propiedad de BYD, que lo utiliza de forma exclusiva, alquilándoselo a la naviera Zodiac Maritime. Pero los directivos de BYD tenían tan clara esta apuesta que su estrategia pasaba directamente por levantar una flota propia de estos megabuques. Siguiendo esos designios, en septiembre llegó el BYD Hefei y ahora el citado BYD Changzhou. La previsión de BYD es de constituir una flota de ocho portavehículos en dos años.
Con una capacidad estándar para 7.000 vehículos en este caso concreto, este tipo de embarcaciones se conocen como "ro-ro", abreviatura de roll-on/roll-off en inglés, lo que indica su capacidad para acomodar coches que pueden entrar y salir del barco de forma independiente, eliminando la necesidad de grúas. Básicamente, un barco ro-ro funciona como un garaje flotante de varios niveles, lo que facilita una carga y descarga más rápida y, en última instancia, acelera las entregas de automóviles.
El diseño de estos nuevos buques sigue la estela del BYD Explorer No.1. En este primero modelo, las características pasaban por una eslora total de 199,9 metros, una manga de 38 metros, un calado de diseño de 8,6 metros, una velocidad de diseño de 19 nudos (35 kilómetros por hora). Equipado con dos conjuntos de tanques de almacenamiento de gas natural licuado (GNL) de tipo C para reducir las emisiones, este barco utilizan el GNL como combustible principal para el motor principal y el generador, y tiene una autonomía máxima de 15.800 millas náuticas.
La motivación detrás de estas megaconstrucciones flotantes hay que buscarla en parte en lo ocurrido durante la pandemia. Las navieras desguazaron sus buques portavehículos más viejos durante 2020, cuando las fábricas de automóviles de todo el mundo estaban paradas debido a los confinamientos. Sin embargo, el retorno más rápido de lo esperado de la demanda mundial de automóviles, junto con un fuerte impulso de las exportaciones chinas, ha dejado a la industria frente a la escasez de buques clave para este sector. La otra explicación radica en la dificultad para las firmas chinas de construir plantas de fabricación en el Viejo Continente, dados los elevados costes y los prolongados plazos.
En términos más cercanos, esta 'invasión' ya ha llegado a España. A mediados de agosto, el BYD Explorer No.1 desembarcaba por primera vez en nuestro país con un millar de unidades del nuevo vehículo del grupo, el BYD Seal U DM-i. El buque inauguraba la importación directa de vehículos y recambios de China a España de manera continua. En este primer viaje se optaba por atracar en el puerto de Santander (Cantabria).
Las exportaciones totales de coches eléctricos de China aumentaron un 70% en 2023, alcanzando los 34.100 millones de dólares. La Unión Europea (UE) es el mayor receptor de exportaciones chinas en lo que se refiere a coches eléctricos y representa casi el 40% de todas ellas. La participación de los fabricantes chinos en el mercado de turismos eléctricos nuevos de Europa se situó en el 9,3% en el cuarto trimestre de 2023, un aumento sorprendente con respecto a 2019, cuando la participación de China en el mercado apenas alcanzaba el 0,5%.
Y Pekín quiere más. En un artículo sobre el potencial de China con el coche eléctrico, Joseph Webster, investigador principal del Global Energy Center del think tank Atlantic Council da un dato tan impactante como revelador: "La producción de la construcción naval civil china se situó en el 49% de la cuota de mercado mundial en los ocho primeros meses de 2023. Trabajando juntos y reforzándose mutuamente, los productores chinos de vehículos eléctricos y los constructores navales permitirán al país enviar más automóviles al extranjero".
En el ojo de este 'huracán' está Europa, tan beneficiada como a la vez perjudicada con esta invasión. Desde el punto de vista del ciudadano de a pie, se le permite acceder a coches buenos, bonitos y baratos más fácilmente. Pero las contrapartidas son grandes. Bruselas admite que esta 'invasión' arremete de lleno contra la industria más mimada del Viejo Continente y amenaza con convertirse en un nuevo dolor de cabeza para los gigantes automotrices en medio de del cambio que se está produciendo desde los motores de combustión a las baterías eléctricas.
Algunos estudios también han revelado que la llegada masiva de bienes chinos (tras la victoria de Donald Trump en EEUU) puede tener un impacto 'positivo' (o negativo, según desde el lado que se mire) sobre la inflación, lo que incrementaría el poder adquisitivo de los europeos. Una serie de expertos, entre ellos los economistas de Deutsche Bank, han especulado con la posibilidad de que China esté ya preparando un plan para desviar parte de los bienes que hoy van a EEUU y llevarlos a la zona euro. Entre ellos destacan los coches eléctricos.
Para que la estrategia surta efecto, China sabe lo que tiene que hacer: reducir márgenes y vender estos productos a precio de derribo. El impacto sobre la economía de la zona euro es un tanto incierto. Por un lado, permitirá a los europeos acceder a bienes a precios baratos, pero por otro también puede expulsar a los bienes 'made in Europe' que se venden dentro del continente. Más poder adquisitivo para el consumidor y problemas para algunas empresas. La historia de la globalización podría repetirse de forma rápida y contundente en un corto periodo de tiempo y concentrada en Europa. No obstante, Bruselas, en un intento por proteger a la industria europea, ha empezado a incrementar los aranceles sobre algunos bienes. El impacto de esta medida es dudosa, puesto que quizá no sea suficiente para detener la 'invasión' e incrementará el coste de la transición energética para los consumidores europeos.
Los aranceles que buscan frenar la invasión
Para frenar esta invasión, Bruselas aprobó aranceles de hasta el 35,3% a la importación de vehículos eléctricos procedentes de China que entraron en vigor en noviembre, tras su publicación en el Diario Oficial de la UE. El Ejecutivo comunitario aplica desde entonces un arancel del 35,3% al fabricante chino SAIC (MG y Maxus, entre otras marcas), del 18,8% a Geely y del 17% a BYD, durante un máximo de cinco años.
Según Bruselas, los coches eléctricos chinos se benefician de subsidios desleales por parte del gobierno chino. Este movimiento busca equilibrar el mercado y proteger a la industria automotriz europea, que ha visto un aumento significativo de la competencia en un segmento clave para su futuro. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha destacado que esta medida es necesaria para garantizar condiciones justas en un sector estratégico, al tiempo que se refuerzan las políticas climáticas del bloque.
Tesla también los sufre
La medida también afectará a las empresas occidentales que producen en China, como por ejemplo la estadounidense Tesla, a quien se va a aplicar un arancel del 7,8%, mientras que a otras que han cooperado con la Comisión en la investigación que ha llevado a cabo antes de aprobar los aranceles se les impone una tasa del 20,7%.
La UE, no obstante, quiere negociar al mismo tiempo el precio mínimo de exportación con cada una de las empresas individualmente, no hacerlo únicamente con la intermediación de las autoridades chinas y asegura que Pekín no permite el contacto directo con las compañías.
No obstante, esta medida tendrá efectos secundarios que pueden ser muy negativos para la economía europea. Los aranceles a los coches chinos dañarán el crecimiento del parque de automóviles menos contaminante en Europa y, lejos del objetivo perseguido con el gravamen, perjudicará a los fabricantes del continente.
Así lo señalaba el BBVA en su último informe sobre consumo, en el que analiza las causas de que la venta de coches eléctricos puros no crezca en España en consonancia con otros países europeos de referencia. Los autores del estudio destacan sobre los aranceles a China que incrementar los impuestos a los coches del gigante asiático "no contribuirá a acelerar la electrificación del parque".
Prevén que la accesibilidad al vehículo eléctrico caerá si los fabricantes trasladan a precios finales, total o parcialmente, el aumento de las tarifas, lo que dañará la demanda. "A costa de proteger la industria doméstica, la subida de los aranceles podría desincentivar la innovación y aplazar las ganancias de eficiencia de los fabricantes europeos", alerta el BBVA, que teme que "las probables represalias por parte de China podrían tener repercusiones directas sobre el sector e indirectas a través del impacto en el conjunto de la economía".