Las compañías de cruceros confían en que el Ayuntamiento de Barcelona modifique sus propuestas iniciales para limitar la actividad del sector en la capital catalana cuando realice en septiembre la puesta en común y actualización de datos de sus impactos positivos y negativos junto a otras administraciones.
En declaraciones a elEconomista.es, el director de CLIA en España, Alfredo Serrano, ha considerado que los planteamientos anunciados este lunes por el consistorio barcelonés "parten de datos erróneos".
Argumenta que se confunden movimientos de personas con pasajeros, cuando en muchos casos se cuenta dos veces a un mismo crucerista, cuando embarca y cuando desembarca, por ejemplo.
Serrano también señala, respecto a la masificación, que la media de cuatro horas en la ciudad que Colau atribuye a los cruceros en tránsito (que paran unas horas en la ciudad sin pasar la noche) se refiere a las excursiones, pero que solo entre un 15 y un 20% de los cruceristas contratan excursiones, mientras que la mayoría visitan la ciudad por su cuenta, con el doble de horas de media disponibles, y también hay pasajeros que se quedan en el barco, así como excursiones fuera de la ciudad.
Por todo ello, el directivo emplaza a un "análisis sólido y sereno con datos" y con diálogo entre todas las administraciones antes de tomar decisiones sobre la limitación a los cruceros en Barcelona, y se pone a disposición para explicar sus inversiones en sostenibilidad y aclarar las cifras que sean necesarias.
Respecto a la inspiración de Barcelona en las medidas aplicadas en Palma de Mallorca y las prisas de Colau por aplicar la nueva regulación ya el año que viene, Serrano argumenta que el gobierno balear firmó un memorando de entendimiento con las navieras para buscar una ordenación del tráfico de cruceros, voluntario y en beneficio de la sostenibilidad del destino de Palma, que es mucho más pequeña que Barcelona, y tras un proceso de contactos que se inició en 2019.
Las limitaciones de Baleares van acompañadas de colaboración desde las administraciones
"En Barcelona venimos reclamando desde hace años un análisis sosegado con datos, pero proponer un máximo de tres barcos diarios como en Palma no es fruto de ningún análisis", lamenta.
Añade que las limitaciones de Baleares van acompañadas de colaboración desde las administraciones: el gobierno balear informará con dos años y medio de antelación a las navieras si hay acumulación de cruceros en días concretos, para que puedan adaptar sus planificaciones, y también hay un compromiso de utilizar la herramienta Wellcome Palma para dirigir a los turistas a las zonas menos congestionadas en tiempo real.
Respecto a Barcelona, Serrano recuerda que la reordenación de las terminales de cruceros y su limitación a un máximo de siete anunciada en 2018 todavía no está completada "y ya se está pensando en otra nueva medida cuando todavía no se ha terminado la anterior".
Nuevo impuesto
Asimismo, lamenta los planes de la Generalitat de implantar un nuevo impuesto a las emisiones de los barcos que también repercutirá en los cruceros, que ya pagan la tasa turística. Aduce que, si lo que se busca es una mejora en el medio ambiente, el implantar medidas locales apenas tiene impacto porque solo consiguen "algo de recaudación y desviar tráficos a otros lugares", por lo que deben ser políticas de mayor alcance, como ya están haciendo la Organización Marítima Internacional y la Unión Europea.
"Lo que está aliviando el medio ambiente son las inversiones que están haciendo las propias compañías para ser cada vez más sostenibles, y este impuesto resta recursos para estas inversiones", remacha.