Hasta hace unos años, una estación de ferrocarril era como una especie de aeropuerto primitivo, solo que no hacía falta tomar un taxi a 30 kilómetros de la ciudad para llegar a él. Si el escritor Russell Backer levantara la cabeza y observara el empeño de digitalización de Adif tendría que desdecirse de su cita para no perder credibilidad. Las cosas han cambiado mucho y bien en muy poco tiempo. Quizá no al ritmo de la alta velocidad, pero sí de forma considerable para el bienestar de las generaciones del Primer Mundo. Y entre los prodigios en ciernes destacan ocho estaciones de tren españolas, capaces de saber lo que está sucediendo en sus respectivas ciudades de forma automatizada para ofrecer el mejor servicio a los usuarios.
El gestor ferroviario participa en el Piloto de Edificios Inteligentes, iniciativa que prevé facilitar el salto de las redes ferroviarias a las neuronales. Gracias a las nuevas capacidades cognitivas, las infraestructuras de transporte podrán anticiparse a las demandas de los viajeros y proporcionar una experiencia de uso digna de entornos futuristas. El esfuerzo consistirá en poder entenderse con el resto de los edificios superdotados que en breve formarán parte del paisaje de ocho ciudades españolas. Se trata de las estaciones de Adif situadas en Málaga, Sevilla, Hospitalet de Llobregat, Tarrasa, Móstoles, Valencia, La Coruña y Vigo. Todos los anteriores forman parte del cartel de beneficiarios para pruebas piloto, con recursos de Red.es, empresa pública dependiente del Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital, y de los Fondos Europeos de Desarrollo Regional (Feder). El objetivo de la iniciativa consiste en conectar los apeaderos con otros puntos neurálgicos las poblaciones. Conocerán a los viajeros, interactuarán con ellos, les proporcionarán ofertas comerciales personalizadas, con accesibilidad universal y con las prestaciones propias de los asistentes virtuales.
Estrenarán la intermodalidad inteligente, no solo con conexiones con aeropuertos, metros, autobuses y taxis, sino también con las nuevas modalidades de transporte compartido, incluido bicicletas y patinetes eléctricos. Las estaciones seguirán siendo el sitio donde se espera al tren, pero lo harán con ofertas culturales y de ocio al gusto de cada cual. Los algoritmos de la inteligencia artificial interpretarían los datos en tiempo real de múltiples fuentes para gestionar los recursos sobre la marcha, además de agilizar el tráfico de viajeros y resolver las posibles incidencias en la red. Nada impedirá a las estaciones convertirse en hub turísticos para así informar de espectáculos y gestionar servicios vinculados a los mismos, incluido alojamiento y recomendaciones de utilidad para cada perfil.
El mantenimiento predictivo pretende hacerse realidad, con ahorros millonarios en averías que nunca llegan a producirse, sin que se resienta la operativa en ningún momento. La sostenibilidad también se reforzará para mejorar la calidad del aire y del agua, con espacios abiertos y saludables, y comprometido con la gestión de los residuos. Una infinidad de sensores velarán por la seguridad con el uso de cámaras capaces de anticipar incidencias o de dimensionar los aparcamientos en función de las horas de afluencia de viajeros. Fuentes de Adif apuntan que "la relación con la ciudad y el territorio se basará en la integración de infraestructuras de comunicación, con sensores conectados con redes municipales, etc. apoyadas en el intercambio de datos entre la plataforma de ciudad y de estación inteligente".
Asimismo, señalan que algunos de los casos de uso se centran en la monitorización de servicios esenciales, el control de condiciones ambientales como la temperatura y la humedad y la monitorización del ruido exterior. Asimismo, se identificarán y acordarán las necesidades concretas para el intercambio de información entre la ciudad y las estaciones.