
Las redes 2G y 3G de Telefónica tienen fecha oficial de caducidad: entre 2026 y 2027. Así lo anunció el pasado miércoles José María Álvarez Pallete, presidente de la multinacional, en la presentación del Plan Estratégico para el próximo trienio. Con ese movimiento, el operador prevé aprovechar las frecuencias de estas tecnologías para mejorar la calidad y cobertura de los despliegues de 4G y 5G. Gran parte del trabajo del grupo ya está realizado, una vez que dicha jubilación de las redes ya se ha hecho en un porcentaje próximo al 50% en España.
La cesión del espacio electromagnético empleado por las redes 2G y 3G a tecnologías más avanzadas responde a objetivos de eficiencia operativa, ahorro energético y mejoras en el mantenimiento, generalmente mucho menos costoso según evoluciona la tecnología.
La consecuencia inmediata de estos planes afectará a número muy reducido de terminales que aún funcionan exclusivamente sobre las redes GSM (2G) y UMTS (3G), que dejarán de recibir y realizar llamadas o mensajes en el plazo de tres o cuatro años (ver texto de apoyo en esta misma página), como es el caso de los primeros iPhones. Y lo mismo sucederá con los teléfonos móviles 4G antiguos que no son compatibles con Voz sobre LTE (VoLTE o Voz HD). Además, todos los terminales afectados tampoco podrán realizar llamadas de emergencia tras la migración definitiva de las redes.
El principal impacto se apreciará en el denominado Internet de las Cosas, con dispositivos conectados que aprovechan las eficaces propiedades de cobertura del 2G para ofrecer sus servicios con una excelente economía de recursos. De esa forma, cientos de miles de contadores automatizados y sistemas de alarma o seguridad funcionan actualmente sobre redes 2G, por lo que se impone un plan renove antes de 2027. Por esas mismas prestaciones especiales del 2G -que requiere de escaso ancho de banda para sus conexiones de datos-, la tecnología 3G prevé apagarse en todos los mercados un poco antes que su antecesora.
El calendario contemplado por el grupo Telefónica resulta ligeramente más lento que el de otros operadores europeos, como Vodafone, con planes más avanzados en este sentido. Las mayores diferencias se aprecian en EEUU, mercado donde los principales operadores ya han migrado estos recursos radioeléctricos a redes más modernas.
La compañía de telecomunicaciones AT&T anunció que eliminará progresivamente su red 3G desde febrero de 2022, con la intención de completarlo en 2023. También Verizon se comprometió a terminar de apagar su red 3G el pasado 31 de diciembre de 2022. El efecto dominó salpicó a T-Mobile, filial estadounidense de Deutsche Telekom, que clausuró su red CDMA 3G de Sprint el 31 de marzo de 2022 y la red 4G LTE de Sprint el 30 de junio de 2022. El mismo operador cerró su red 3G UMTS de T-Mobile el pasado 1 de julio de 2022, aunque no hay fecha de cierre de su red 2G, según datos de la FCC estadounidense. Tanto en Estados Unidos, como en el resto del mundo, los apagados de redes ya ejecutados o previstos no sólo afectarán al servicios de los operadores con red propia, sino también a las compañías y segundas marcas que utilizan este tipo de infraestructuras de telefonía a través de contratos mayoristas.
¿Cómo afectará a los usuarios?
El apagado de las redes 2G y 3G apenas afectará a los usuarios, salvo a aquellos que conserven teléfonos móviles antiguos y tengan intención de seguir usándolos en el futuro. No obstante, la jubilación de esta tecnología celular podría dejar obsoletos otros dispositivos diferentes a los terminales telefónicos, como un buen número de tabletas, aparatos médicos, servicios SOS de vehículos, sistemas de seguridad domésticos y otros productos que actualmente están conectados a la red 3G, así como aquellos que utilizan la conectividad celular como sistema de respaldo, para seguir funcionando cuando se producen interrupciones o caída de la conexión a Internet por WiFi.