
Tráficos crecientes e ingresos menguantes. Esta insólita evolución del negocio de las telecomunicaciones explica la débil situación financiera de los operadores europeos entre 2011 y 2021. Esta década perdida en sector ha martirizado a unas compañías cuyos ingresos se han recortado el 3% en el mismo periodo de referencia, al tiempo que el consumo de datos por las redes de banda ancha móvil se han incrementado el 51%, según datos sectoriales, a los que ha tenido acceso este periódico.
La bolsa también ha aplicado su particular justicia, con un recorte del valor de los operadores europeos del 40% en los siete últimos años, mientras que la capitalización de las grandes tecnológicas se han catapultado el 385%, como es el caso de las denominadas FANG (Meta, Amazon, Netflix y Alphabet).
Semejante paradoja muestra "la dificultad del sector de las telecomunicaciones para rentabilizar las nuevas inversiones necesarias para la demanda, que es crítica, especialmente en Europa", según señala el estudio Reparto justo para la sostenibilidad de la red, elaborado por Telefónica.
Conscientes de lo vivido y precavidos ante lo que generará la denominada web3.0, el metaverso, la inteligencia artificial y la computación cuántica, las viejas compañías de telefonía se han conjurado para recuperar el tiempo perdido. De esa forma, la reciente cita del Mobile World Congress puso de relieve la apuesta colectiva por un nuevo modelo de negocio capaz de romper el círculo vicioso que actualmente padecen. A grandes rasgos, el túnel dispone de tres salidas presumiblemente al alcance de las dolientes telecos europeas.
Por una parte, los dueños de las redes han acordado abrir las infraestructuras a la creatividad de los desarrolladores, para multiplicar los servicios a la carta, ya técnicamente disponibles con las capacidades del 5G Standalone. Salvando las distancias, el salto podría compararse con el impulso que representaron las tiendas de aplicaciones a los primeros teléfonos inteligentes. Y algo parecido puede esperarse de las nuevas redes inteligentes.
Por otro lado, la consolidación del sector comienza a hacerse realidad, lo que ayudará a rentabilizar los negocios, con sinergias a la vista y estructuras más sólidas. La joint venture de Telefónica O2 UK y Liberty Media abrió el melón. Vodafone y Altice dio continuidad a la eoleada de fusiones en Alemania. En el disparadero se encuentra la fusión de Orange España y MásMóvil, pendiente del visto bueno de Bruselas y esta semana ha saltado la posible integración de Vodafone y Three en el Reino Unido.
Y por último, parece que ha calado la reivindicación de las telecos para exigir una contribución justa de los jugadores que acaparan las redes sin aportar un céntimo a las mismas. Precisamente este reparto equitativo tiene ahora todos los visos de convertirse en obligación para las grandes tecnológicas. El motor del cambio será la consulta pública promovida por Bruselas, bajo el liderazgo de Thierry Breton, comisario de Mercado Interior, pero también profundo conocedor de las penurias comparativas de las telecos tras su periplo como primer ejecutivo de France Télécom, compañía más conocida como Orange.
La neutralidad de la red
El cumplimiento de la neutralidad de la red parece a salvo , ya que ningún operador individual podría negarse a transportar los contenidos de una big tech si no se acuerda un pago, algo que "sería insoportable en términos de de reputación, cambio de clientes e ingresos en un mercado competitivo", según el mismo informe de Telefónica.
La evolución bajista de las telecos europeas también se ha acelerado con la tendencia deflacionista del sector durante los últimos diez años. De hecho, el índice armonizado de precios al consumo (IAPC) de las comunicaciones europeas de los doce últimos años se situó 29 puntos porcentuales por debajo de la evolución general de los precios, en contraste con la evolución positiva del sector del transporte o la electricidad, que aumentaron en torno al 15% en el mismo espacio de tiempo. Pero, al mismo tiempo que los precios del sector de las telecomunicaciones crecían por debajo de la inflación, los dueños de las infraestructuras han realizado "continuos esfuerzos de inversión para ampliar la capacidad de la red, la cobertura y garantizar la calidad del servicio", añade.
Con vistas al futuro inmediato, el ritmo de inversión se presume igualmente crítico para las telecos, una vez que "un uso modesto del del metaverso podría multiplicar por 20 el uso de datos cada año durante la próxima década", según estimaciones de Credit Suisse. Este nuevo Internet inmersivo requiere de conectividad de alta calidad y capacidad, lo que a medio y largo plazo prevé "reforzar el valor de las redes mejor construidas en cada región, al tiempo que exigirá actualizaciones de los centros de datos y las redes", añaden los expertos del mismo banco.
En lugar de interpretarse esta creciente demanda de conectividad como una buena noticia para el sector, los operadores lo interpretan con el gesto torcido, ya que sólo ellos "soportan el coste de las inversiones necesarias, en un mercado cada vez menos sostenible", según el informe de Telefónica.
Asimetría enquistada
Las fuentes de ingresos de los operadores proceden de un único lado: la conectividad de banda ancha y de otros servicios al cliente final, ambos con una tendencia a la baja. Sin embargo, las grandes tecnológicas, generadores de tráfico a través de sus contenidos, "se benefician de las redes sin contribuir al servicio recibido". Como resultado de todo lo anterior, "muchos operadores europeos tienen ahora rendimientos de la inversión por debajo de su coste de capital, poniendo en peligro futuras inversiones".
Frente al único caudal de ingresos de las telecos, los operadores OTT (over the top) disfrutan de una doble aportación: por un lado de los usuarios, en forma de servicios premium y recopilación masiva de datos y, por otra, por los proveedores de servicios, través de ingresos publicitarios o cuotas de uso de la plataforma, así como servicios de comunicación en competencia directa con las telecos tradicionales. Otros estudios cuantifican el alcance de la herida que los OTT provocan a los operadores tradicionales. Así, la consultora Frontier estima entre 36.000 y 40.000 millones de euros adicionales al año los costes totales de red en que incurren las big tech para entregar este tráfico fijo y móvil a sus usuarios, hasta ahora sin soportar ningún coste.
A su vez, la consultora Axon reduce a seis compañías los responsables de más de la mitad (57%) del tráfico de datos que circula por Internet, del cual el streaming de vídeo, las redes sociales y los juegos representan ya más del 70% del tráfico online. En concreto, Google acapara el 21% del tráfico online global; Meta el 15,3%; Netflix, el 9,39%; Apple, el 4,18%; Amazon, el 3,68% y Microsoft el 3,32%.
Los analistas consultados apuntan que esta divergencia entre la oferta de servicios de las telecos y la monetización de los mismos explica parte del castigo que desde hace años infligen los inversores al sector. El informe de Telefónica también estima que se necesitan inversiones por valor de 300.000 millones de euros para actualizar las actuales infraestructuras fijas y completar el despliegue de 5G. Solo con esos fondos se podría cumplir los retos de la Década Digital Europea, que contempla una red Gigabit para 2030, con todas las zonas pobladas cubiertas por 5G.
Ante este reto, Telefónica propone que "los grandes originadores de tráfico paguen un precio justo y razonable por los servicios que se les prestan e incentivarlos para que entregar el tráfico de forma más eficiente. En caso contrario los objetivos de la Agenda Digital 2030 no se alcanzarán en 2030 ni tampoco después", según concluye la teleco en su informe.
El 'efecto' Telecom Italia
El mercado europeo de las telecomunicaciones valoró de forma positiva la oferta recibida la semana pasada por la red de banda ancha fija de Telecom Italia. Se trata de la oferta pública de adquisición lanzada por el banco italiano Cassa Depositi e Prestiti (CDP) y el fondo australiano Macquarie Group por importe de 20.000 millones de euros. Esta valoración sirve de referencia para otros operadores que pudieran poner en el escaparate sus redes fijas. No obstante, el precio recibido por el antiguo incumbente italiano pudiera no resultar del todo comparable para el resto del sector ya que, además de la fibra óptica, también incluye activos de la ya desfasada red de cobre, así como su negocio de cable submarino. En el caso de Telecom Italia, las valoraciones alcanzan las 12 veces el ebitda, múltiplos ciertamente generosos según reconocen fuentes del mercado, al incluir las vetustas redes de cobre, en proceso de desmantelamiento en muchos países europeos, entre ellos España.