
"La historia la escriben los vencedores". Esta frase, que se atribuye al escritor británico George Orwell, se ha convertido en un axioma cada vez más relevante para los servicios de inteligencia que tratan de imponer sus visiones al mundo. El momento, además, resulta idóneo, ya que cerca de 2.000 millones de personas están confinadas en sus hogares y dedican una parte importante de su tiempo a informarse a través de canales digitales.
Para evitar los riesgos que esta batalla genera, la Comisión Europea mantiene bajo el mando del español Josep Borrell, alto representante y vicepresidente de la Comisión Europea, una pequeña unidad que se dedica a la caza y captura de bulos. Este departamento ha adquirido gran protagonismo estos meses por el enfrentamiento digital que están dirimiendo las súperpotencias a costa del coronavirus, su origen, las curas milagrosas y sus "secretas" motivaciones como principales relatos para colar las mentiras.
La desinformación mata
La Unión Europea es tajante: la desinformación mata. Por ese motivo, los ojos están puestos sobre los servicios de información prorrusos y chinos a los que responsabilizan de estas informaciones falsas.
El alto representante de la UE y vicepresidente de la Comisión Europea, Josep Borrell, compareció el pasado miércoles ante el Parlamento Europeo para dar cuenta del informe elaborado por el EU Disinfo Lab en el que se recogen los casos de desinformación detectados.
El informe, no obstante, ha generado una agria polémica tras publicar The New York Times un artículo en el que acusaba a la UE de haber suavizado el contenido del mismo para contentar a China, un extremo que ha sido desmentido tajantemente por Bruselas.
El presidente de la Comisión de Exteriores del Parlamento Europeo, David McAllister, aseguró esta semana que "la UE debe mantenerse libre de influencias políticas y económicas indebidas del exterior. La democracia no es una palabra vacía. Estoy convencido de que un debate abierto sobre las acciones que están llevando a cabo los líderes europeos es una ventaja, no un obstáculo, ya que nos ayuda a tomar las decisiones correctas. Al mismo tiempo, no cabe duda de que la UE debe mejorar la comunicación estratégica de todas sus acciones, en Europa y en el extranjero, mientras sigue luchando contra la desinformación externa, las noticias falsas y los ciberataques".
La Comisión Europea asegura que ha detectado 152 casos de información maliciosa a lo largo de estos cuatro meses de pandemia. El primer caso se detectó el 22 de enero cuando se inició una batalla de teorías conspirativas que, de momento, parece no tener fin pese a que los servicios de inteligencia de Estados Unidos han querido aportar su grano de arena al freno de esta batalla haciendo público ayer mismo un insólito comunicado.
La inteligencia americana
La inteligencia americana anunció que, según sus investigaciones, el coronavirus se originó en China, pero "no fue creado por el hombre o modificado genéticamente". Sin embargo, aún tratan de "determinar si la epidemia comenzó por un contacto con animales infectados o si fue el resultado de un accidente de laboratorio en Wuhan".
Curiosamente, uno de los relatos que más repercusión ha logrado ha sido el de la creación del virus en oscuros laboratorios de la OTAN, en Canadá, robado por espías chinos o como en el caso del Instituto Pasteur francés del que se aseguró que había llegado a patentar el virus en 2003. O, la opción de los soldados americanos que se dedicaron a expandir el virus durante una olimpiada de varios ejércitos celebradas en Wuhan.
El presidente de los EEUU, Donald Trump, insistió también ayer en que el coronavirus fue creado en un laboratorio en China, en contra de las reservas que todavía mantienen sus propios servicios de inteligencia, pero no olvidemos que se trata del mismo presidente que instó la pasada semana a buscar una fórmula para atacar al coronavirus mediante inyecciones de desinfectante durante una rueda de prensa en la Casa Blanca.
Una propuesta similar a los primeros casos de desinformacion localizados en Turquía que apuntaban esta medida como solución para curar el virus. Por eso no resulta extraño que el propio candidato a la presidencia de EEUU, Joe Biden, tuviera que salir a recomendar en su cuenta de Twitter que nadie se inyectara desinfectante o que, según una informacion de la BBC, en una provincia iraní hayan muerto más personas por beber alcohol industrial para combatir el Covid-19, basándose en la falsa afirmación de que podría proteger frente al virus.
La batalla de estos servicios de información está provocando, según el informe que maneja la Unión Europea, que un tercio de las personas de seis países (Argentina, Alemania, Corea del Sur, España, Reino Unido y Estados Unidos) aseguren haber visto "una gran cantidad" de información falsa o engañosa sobre el Covid-19 en las redes sociales y aplicaciones de mensajería, lo que generó una dudosa respuesta por parte de las plataformas limitando la capacidad de envío de sus usuarios.
Vodka para desinfectar
Otro de los casos que destacan en el informe es que un tercio de los ciudadanos del Reino Unido cree que el vodka puede usarse como desinfectante de manos.
Las teorías conspirativas llegan también a las torres de telecomunicaciones 5G, que supuestamente facilitaban la difusión del coronavirus y dieron lugar a vandalismo y violencia verbal contra el personal de telecomunicaciones en varios lugares de los Países Bajos, Bélgica y el Reino Unido o un ataque por la reciente elección de Vittorio Colao, ex consejero delegado de Vodafone, como asesor del Gobierno italiano para la recuperación del país.
Otro de los problemas detectados se produce en Alemania, ya que un número cada vez mayor de personas celebran periódicamente manifestaciones ilegales en Berlín para protestar contra el "terrorismo de la vacunación" y afirmar que el Covid-19 no es "nada más que una simple gripe".
La empresa de sondeos italiana SWG ha detectado que el porcentaje de encuestados que considera que China es un país amigo de Italia ascendió hasta el 52 % en marzo (en enero, era del 10 %), mientras que el porcentaje de encuestados que indicó confiar en las instituciones de la Unión Europea se redujo al 27 % en marzo (desde el 42 % de septiembre). No es de extrañar que ante estos datos la propia presidenta de la Comision, Ursula von der Leyen, pidiera perdón a Italia por la lenta reacción del Ejecutivo comunitario.
En Francia, por ejemplo, apareció un vídeo que mostraba falsamente los cadáveres de chinos en las calles de Shenzhen cuando realmente se trataba de una foto de 2014 de personas que participaban en un proyecto de arte en Fráncfort. Esta imagen había circulado en muchos países del mundo, incluyendo España.
En nuestro país también circuló una presunta imagen de hospitales con cadáveres por los suelos cuando realmente eran fotos de otro país y fotografías que pretendían mostrar hospitales vacíos para negar la pandemia con imágenes del exterior de dichos centros.
Gates, ¿héroe o villano?
La teoría de la conspiración de que Bill Gates había inventado el virus, en cooperación con el Instituto Pirbright del Reino Unido, circuló por Francia, España e Italia, así como que había anunciado la llegada de la pandemia por unos ejercicios que hizo su fundación con el Foro de Davos. Lo que es intrigante es que, en algunos casos, las teorías de conspiración sufrieron un proceso de localización para adaptarse al contexto cultural. Para ilustrar esto, en Francia, un individuo afirmó que el Instituto Pasteur de París había creado el virus para vender vacunas, lo cual es un engaño que sigue el mismo patrón que el del Instituto Pirbright del Reino Unido.
Complot farmacéutico
Otras teorías de conspiración se centraron en cuestionar la fuente del virus. De esta manera, el brote de Covid-19 fue calificado como un gran complot farmacéutico o un arma biológica desatada en el mundo e incluso llegada del espacio. Otra teoría de la conspiración que circuló en Italia y Francia afirmaba que el Covid-19 era un encubrimiento para unos ejercicios militares de la OTAN.
España puso al principio de la crisis un equipo en marcha para reforzar la ciberserguridad de los centros sanitarios, pero el Ministerio del Interior fue más allá e incluyó la monitorización de las noticias en contra de la gestión del Gobierno, tal y como aseguró el jefe del Estado Mayor de la Guardia Civil, José Manuel Santiago.
El jefe del Estado Mayor de la benemérita, posteriormente, insistió en que el control del clima de "estrés social" y "desafección a las instituciones" no tenía relación con la crítica política, pero la falta de transparencia sobre esos hallazgos generó una bronca política.
El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, indicó en el Congreso que se han identificado un total de 274 eventos de desinformación y bloqueado 45.773 dominios por actividades ilegales, aunque al contrario de Bruselas no mantienen un informe abierto para dilucidar la dudas que pueda tener la ciudadanía. La preocupación sobre la libertad de información además se extendió en nuestro país tras el cerrojazo del portal de transparencia. Hasta el punto de que 27 organizaciones han reclamado su reapertura.