
AT&T, la mayor compañía de telecomunicaciones del mundo, acaba de mandar un contundente mensaje a todas las compañías de su sector a través de la compra de Time Warner: hay que moverse rápido para plantar cara a Netflix y Amazon. No queda otra.
La fibra óptica y el cable son infraestructuras en alza, pero el gran motor del negocio es el entretenimiento audiovisual. De nada sirve tener las mejores conexiones online si no existen contenidos de calidad que fluyan por ellas. ¿Se imaginan una autopista de peaje de cinco carriles en cada sentido sin vehículos que transiten por ellas? Pues ese ejemplo tiene plena vigencia en el mercado de las telecomunicaciones. Hay que echar buena carne a la parrilla.
El grupo AT&T ya estaba convencido de esta necesidad del mercado cuando el año pasado hizo suyo Direct TV a cambio de 46.000 millones de euros. Con esta plataforma de televisión de pago, la compañía estadounidense se aseguraba la distribución de los contenidos en la mayor parte del continente americano.
Sólo le faltaba un gran generador de los mismos, circunstancia ahora solventada con el dueño de la cadena de noticias CNN, el canal de las series de referencia, HBO, el de programación para adultos TNT, así como del canal de cine Warner Bros. La empresa que dirige Randall Stephenson es el tercer coloso estadounidense de la industria audiovisual, sólo superado por Comcast (propietario de NBC) y The Walt Disney (frustrado pretendiente de Twitter).
Verizon también ha tomado posiciones en la guerra de los contenidos tras las recientes compras de Yahoo! y de AOL. Todas las miradas apuntarán ahora hacia las autoridades de competencia, conscientes del riesgo que representa para el mercado la consolidación del gigante de los medios y las telecomunicaciones.
Entre los principales detractores de la compra sobresale el candidato presidencial Donald Trump, recurrente centro de las críticas de CNN, propiedad de Time Warner. Es fácil adivinar que si Trump llega a tomar el mando de EEUU, las acciones de AT&T y de Time Warner sufrirán un inmediato varapalo.
El poder de compra de Netflix, capaz de ofrecer más dinero que ningún otro jugador por los derechos mundiales de las mejores series, ha animado a AT&T a reforzarse en los contenidos. En poco tiempo ganarán peso Amazon, Google y Apple con idéntica ofensiva.
Esa misma estrategia de creer en el ámbito de los contenidos empujó a Telefónica a comprar Digital+ y a resintonizar su futuro como una videocompañía. Los contenidos son los nuevos reyes y sólo quien los atesore mandará en el negocio.