
Más de 500 solicitudes en cuatro años avalan el éxito de la aceleradora de Cajamar para las 'startups' agroalimentarias. Su director, Ricardo García Lorenzo, defiende el "enorme talento innovador" que hay en nuestro país: "España puede convertirse en un referente en exportación de tecnología agroalimentaria", afirma.
García Lorenzo atesora una larga trayectoria en el sector bancario y desde 2021 pilota la última apuesta de Cajamar, que este año celebra el 50 aniversario de su Estación Experimental Las Palmerillas (El Ejido, Almería), por la innovación agroalimentaria. Una labor "enormemente gratificante" para este "nieto y yerno de agricultores".
Cajamar ha ampliado este año su apoyo a las 'startups' especializadas en tecnología alimentaria. ¿Se cierra el círculo?
Creo que sí. La primera convocatoria la realizamos hace cuatro años para proyectos tecnológicos orientados al uso eficiente del agua, pionera en esta especialización en España, en 2023 lanzamos la de tecnologías de producción agrícola y este año hemos decidido seguir ampliando al foodtech porque creemos firmemente que la innovación va a ser crítica en los próximos años. Lo hemos abierto a la alimentación para intentar captar ese talento innovador con todo lo que viene en proteínas alternativas, inteligencia artificial o, el tema de la ciberseguridad en la trazabilidad alimentaria, que va a ser una revolución.
¿Qué balance hace de las anteriores convocatorias?
Hemos recibido más de 500 solicitudes y eso denota, no solo el apetito que hay tanto en el ámbito investigador como empresarial, sino también de los inversores por este tipo de compañías de base tecnológica. Son cifras muy respetables y más con el dato añadido de que casi un tercio son proyectos que han venido de fuera de nuestras fronteras, son proyectos internacionales y eso consideramos que es un orgullo para todos. Hemos incubado 73 empresas, tan importante es la primera como la última con independencia del grado de viabilidad y del éxito porque también hay que hablar de fracasos. Lo que a nosotros valoramos es que se han creado más de 210 puestos de trabajo, ésa es la riqueza que nosotros vemos que generan esas startups.
¿Y cuál es el valor añadido que aporta Cajamar Innova?
Lo que diferencia a Cajamar es que tenemos dos centros experimentales propios, Las Palmerillas, del que este año se cumplen 50 años, y Paiporta (Valencia), dos centros de investigación que son referencia nacional en transferencia del conocimiento y tecnología agronómica. Y lo que nosotros hemos hecho en estos cuatro últimos años con el lanzamiento de las diferentes convocatorias de Cajamar Innova ha sido replicar lo que venimos haciendo desde hace 50 año desde la entidad, fomentar el enorme talento innovador que hay a nivel agroalimentario. En Cajamar Innova no solo ayudamos a mentorizar y modelizar los planes de negocio de estas compañías, sino que aportamos el valor diferencial de que toda su tecnología la pueden testar en campo, en tiempo real. Los emprendedores lo que quieren es que la validación de esa tecnología les ayude a la captación de negocio dentro de la industria agroalimentaria y también a obtener capital en esas rondas de financiación. Y nosotros, por la experiencia que tenemos vemos que hay ese apetito inversor por las tecnologías que aportan soluciones reales a la industria agroalimentaria. Ésa es una realidad incuestionable.
Se prevé que a nivel global la inversión en empresas de tecnología agroalimentaria alcance en 2025 los 16.000 millones de dólares. ¿Es Cajamar Innova una plataforma para atraer esa inversión?
Nosotros somos muy prudentes con estas cifras porque el agroalimentario es un sector que tiene su ciclo inversor y trabaja con unos márgenes muy estrechos. Para nosotros lo importante es que haya ese espíritu innovador. Y lo estamos viendo en todas estas convocatorias con las solicitudes que hemos recibido. Y talento tecnológico está llamando la atención de todos esos grandes fondos que han puesto el sector agroalimentario en agenda.
España es líder en producción agroalimentaria, ¿puede serlo también a nivel tecnológico?
Estoy convencido. Vamos a seguir produciendo y exportando alimentos, pero también vamos a empezar a exportar tecnología. Con el desarrollo tecnológico que ya tenemos y el que va a seguir en los próximos años, España puede ser un referente en la exportación de tecnología en materia agroalimentaria y en la adaptación del sector agroalimentario a los retos del cambio climático y la necesidad de ganar eficiencia en el uso de los recursos naturales.
Desde su experiencia en estos años ¿cuáles son las principales necesidades que han detectado en las 'startups'?
La necesidad tanto de las empresas que están en esa fase semilla como las que ya están en esa fase de escalado, algunas ya internacionalizadas, además de ese plan de negocio, es que se sientan arropados. Crear una empresa de base tecnológica es muy complicado y esos emprendedores, con independencia de su edad o del ciclo de vida de su compañía, lo que necesitan es ese asesoramiento para sentirse apoyados y escuchados. En España hay decenas de aceleradoras, pero lo que están buscando es ese grado de especialización y nosotros estamos muy focalizados en lo que es industria agroalimentaria. Hablamos el lenguaje de ese emprendedor que tiene una solución tecnológica viable para la industria agroalimentaria y le escuchamos. Es un modelo contrastado de éxito y así nos lo están trasladando las startups.
Los especialistas de Cajamar han participado en el Informe del ICEX sobre empresas 'agrotech' y Andalucía era la que mayor número tenía. ¿Se puede establecer una relación con los orígenes de Cajamar en esta Comunidad y su impulso a la innovación?
El agroalimentario, y lo digo como nieto y yerno de agricultores, es un sector que ha sido poco atractivo, poco cool. Cuando se nos encargó ese informe pensamos que podía sumar ante ese gran problema al que nos enfrentamos, el relevo generacional, y hacer atractivo el sector con la disrupción tecnológica que viene. Ha sido complicado de hacer porque partíamos de bases muy dispersas, pero es el primer paso y vendrán otros informes. De las 848 startup de base tecnológica que tenemos, Andalucía es un referente en esa expertise en tecnología agroalimentaria con muchos casos de éxito.
A nivel personal, supongo que también habrá habido momentos bonitos…
Es enormemente gratificante. Hablar con estos jóvenes o no tan jóvenes, porque hay gente que viene con un bagaje profesional importante, es increíble por lo que te enseñan y aportan sobre hacia dónde va este mundo tan digital, que es tremendamente apasionante. Aprendes mucho y te lo agradecen. Pretendemos que gracias a lo que desarrollen estos emprendedores, nuestros clientes del sector agroalimentario sean punteros tecnológicamente porque la mejora de la eficiencia de todos sus procesos les va a ayudar a ser más rentables.
¿Qué palancas o qué beneficios y qué obstáculos hay en nuestro país y en Europa?
Nosotros las convocatorias que hemos sacado han sido con la Fundación de Cámaras de Comercio de España (Incyde), lo que nos ha demostrado que la colaboración público-privada tanto a nivel autonómico, nacional o europeo, funciona. Si hay un pero, el único, es a veces la maraña burocrática, aunque lo perfecto es enemigo de lo bueno. Ahora es innovar o morir, pero o lo hacemos de manera colaborativa o va a ser muy complicado.
La propuesta de Cajamar Innova se podría decir que es única en España y en Europa
En España hay muchas aceleradoras que están focalizándose poco a poco en el ámbito agroalimentario y que lo están haciendo muy bien. Nuestra entidad, Cajamar, es experta en el sector agroalimentario desde sus orígenes, forma parte de nuestro ADN y, posiblemente, como la propuesta de Cajamar Innova, tan especializada y con el foco tan puesto en lo agroalimentario, sea difícil encontrar alguna. Lo que me gustaría resaltar es que se están haciendo cosas interesantes aquí en España y en Europa, y que estamos en un sector crítico porque al final, pase lo que pase, tenemos que comer.