
El Mobile World Congress (MWC) se ha convertido en un instrumento para medir la temperatura política en Cataluña. Durante los años del procés, la feria mundial de telefonía se convirtió en el escenario predilecto del independentismo para afear la presencia de las autoridades del Estado y, especialmente, del rey Felipe VI.
Pero en la edición de este año se ha impuesto la institucionalidad. La pacificación ejercida por Illa, que en los ambientes del gobierno autonómico prefieren denominar como normalidad institucional, ha surtido efecto. Prueba de ello es que el monarca ha visitado este lunes el stand de la Generalitat de Cataluña en el MWC tras ocho años sin hacerlo porque ningún representante del Govern estaba dispuesto a recibirlo en el espacio.
Lo ha hecho en el marco de la visita inaugural que realiza cada año durante el primer día del congreso, que se celebra este semana en el recinto ferial de Gran Via en L'Hospitalet de Llobregat. Esta vez, el Rey ha conocido las instalaciones de la mano del presidente de la Generalitat, Salvador Illa, y los consellers Albert Dalmau, Alícia Romero y Miquel Sàmper. Quien sí se ha ausentado este lunes ha sido el presidente del Parlament, el posconvergente Josep Rull.
Curiosamente, la última vez que el Rey se acercó hasta el pabellón catalán fue en 2017, bajo el mandato del expresidente Carles Puigdemont.
El domingo ya se percibió un cambio de tónica en la cena inaugural del congreso. En los últimos años, ni los presidents Quim Torra y Pere Aragonès —ni tampoco, por cierto, la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau— estuvieron dispuestos a saludar al Rey en el tradicional besamanos previo al ágape. Los desplantes empezaron en la edición de 2018 como respuesta al discurso del jefe del Estado posterior al referéndum de autodeterminación del 1-O.
Felipe VI también ha tenido ocasión de departir con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ausente ayer de la cena inaugural debido a la reunión de líderes europeos en Londres para abordar la situación en Ucrania. Durante el acto de inauguración, ambos dirigentes han conversado durante bastantes minutos.
¿Prolongación del congreso?
La primera jornada del Mobile suele venir cargada de declaraciones públicas. Aunque rara vez se cuela algún anuncio de calado. A primera hora de la mañana, el president Salvador Illa ha defendido que Barcelona puede retener la celebración de la feria tecnológica más allá del año 2030 si se hacen "las cosas bien hechas".
El último acuerdo con GSMA, promotora del certamen, se suscribió en 2022 y situó a la Ciudad Condal como anfitriona del congreso hasta finales de la década. El Ministerio para la Transformación Digital y de la Función Pública prorrogó la semana pasada durante tres años las ayudas fiscales para que el evento siga en Cataluña.
"Por la trascendencia y la importancia de este acontecimiento, hay muchas otras ciudades que querrían a cualquier precio conseguir que se celebrara en su casa", ha sostenido en una entrevista en Catalunya Ràdio.
Impacto económico
En este sentido, ha afirmado que ve "satisfacción por parte de los organizadores del trabajo que se está haciendo en Barcelona" y ha defendido la inyección económica que supone en la ciudad. GSMA espera generar un retorno económico de entre 540 y 550 millones de euros en la capital catalana.
Los organizadores confían en superar los 101.000 visitantes del año pasado, aunque no se atreven a poner como objetivo batir el récord de 2019. En la edición previa al Covid se registró la mayor cifra histórica de congresistas, 109.000.
Si bien la edición de este año ha arrancado con algunas protestas de poca entidad y la huelga de la patronal de VTC —a la que Cabify no se ha sumado—, en los últimos años se han conseguido pacificar las jornadas de celebración del Mobile. Sobre todo si se recuerdan los colapsos provocados por el taxi en ediciones pasadas.