Tecnología

Un 'apocalipsis' peor que el covid con el iPhone a 5.000 libras: Reino Unido se prepara para quedarse sin chips

  • El Gobierno valora un escenario en el que China acabe invadiendo Taiwán
  • Esto cortaría la producción de TSMC, el mayor productor mundial de chips de los chips
  • El frenazo en la economía del covid quedaría pequeño ante este escenario
Foto: iStock

Estamos en 2027 y el mercado negro londinense de smartphones antiguos está en auge. Los coches de segunda mano se venden más rápido que cualquiera de los que salen de las cadenas de montaje británicas. Los apagones de Internet son habituales, la inflación se dispara y las listas de espera para los servicios públicos de salud se alargan de nuevo. Gran Bretaña está inmersa en una crisis mundial de semiconductores.

En este escenario hipotético, el suministro de chips se ha agotado un año después de que China asaltara Taiwán y bloqueara la producción del gigante del sector TSMC, que fabrica el 92% de los semiconductores más avanzados del mundo. Tensiones más amplias en la región han interrumpido el suministro de otros productores clave en Japón y Corea del Sur, y Pekín ha restringido sus propias exportaciones para ejercer presión económica contra EEUU.

La chispa que ha desencadenado esta ficticia escasez tecnológica podría haber sido también un tsunami lo bastante grande como para dejar fuera de combate las fábricas de Taiwán, Corea del Sur y Japón. Tales son las posibles conmociones reales previstas en un ejercicio de guerra que el gobierno británico llevará a cabo para prepararse para una escasez de chips que, según personas familiarizadas con los planes, causaría graves consecuencias económicas.

Según ha sabido Bloomberg, el Reino Unido está preparando un ejercicio de contingencia en múltiples departamentos gubernamentales, y la pandemia ofreció un mero anticipo del caos que pueden desatar las diminutas obleas de silicio. Desde 2020, se culpa a la escasez de chips de contribuir al cierre de la fábrica de Honda en Swindon y a la quiebra de la empresa de baterías Britishvolt, según un nuevo documento del profesor asociado Chun-Yi Lee de la Universidad de Nottingham. Según diputados británicos, la crisis ralentizó el despliegue de contadores inteligentes en el país.

Pero el frenazo del covid no fue nada comparado con la catástrofe en que se vería sumido el Reino Unido si se cortara el suministro mundial de chips en el núcleo sectorial que es Asia Oriental, donde se fabrica más de la mitad de todos los semiconductores del mundo. "Los precios serán mucho más altos para los consumidores", vaticina Lee a Bloomberg. "El iPhone no costará mil (dólares, libras o euros), sino entre tres y cinco mil, porque la fabricación de chips será de Corea del Sur, o de Arizona".  

En un documento de 2021 del Fondo Monetario Internacional (FMI) que modeliza un "desacoplamiento tecnológico" controlado de China respecto a EEUU y Europa, las economías más abiertas, incluido el Reino Unido, sufren pérdidas económicas del 5% del producto interior bruto (PIB) en pocos años.  

Un ejercicio similar realizado en 2022 por la Oficina de Responsabilidad Presupuestaria británica (OBR) sobre el impacto de un "aumento plausible de las barreras comerciales, más que del tipo de desintegración global que podría producirse" en caso de invasión china de Taiwán, haría aumentar el endeudamiento en 20.000 millones de libras en el primer año. Los precios de los productos electrónicos se dispararían. En cuatro años, el crecimiento del PIB se reduciría un 2%, hasta alcanzar el 5,2% del PIB en poco más de una década, lo que provocaría un agujero permanente de 57.000 millones de libras en las finanzas públicas, del tamaño del presupuesto de defensa.

Si la causa es la escalada militar de China, la OBR supone que el gasto en defensa del Reino Unido aumenta del 2% al 3% del PIB, añadiendo otros 25.000 millones de libras al déficit justo cuando el aumento de las barreras comerciales estrangula el potencial de crecimiento de Gran Bretaña, colocando la deuda nacional en una trayectoria insostenible.

Y eso en el mejor de los casos. Para prepararse para el peor de los casos, el gobierno llevará a cabo una prueba de resistencia -muy parecida a su simulación de pandemia cuatro años antes del covid- y ha situado la resistencia del suministro de chips como una de las principales prioridades de su Revisión Integrada de la seguridad nacional y la política internacional.

"No tenemos capacidad de recuperación ni planes de contingencia, a diferencia de EEUU, que está construyendo una fábrica de microchips en Arizona. Necesitamos un Plan B, y para empezar necesitamos un control urgente de las existencias", ha declarado en una entrevista el diputado conservador Tobias Ellwood, presidente del Comité Selecto de Defensa.  

"Los problemas de la exportación de grano desde Ucrania quedarán empequeñecidos. China lo sabe", afirma. "No es solo una ambición a largo plazo para recuperar lo que dicen que es su territorio, sino su competencia económica con Occidente". China considera Taiwán, isla gobernada democráticamente, como parte de su territorio. Pekín ha dicho que prefiere una solución pacífica para recuperar el control de la isla, pero se ha reservado el derecho a usar la fuerza si es necesario

Funcionarios británicos reconocen que han tardado en darse cuenta de los peligros. Uno de ellos dijo que la decisión del presidente ruso, Vladímir Putin, de cortar el suministro de gas a Europa tras la invasión rusa de Ucrania supuso una sacudida para la mentalidad de los gobernantes británicos. Esto ha llevado al Ejecutivo de Rishi Sunak a debatir cómo diversificar el suministro, pero cualquier sugerencia de que el Reino Unido podría seguir los pasos de EEUU con subsidios a la fabricación está fuera de lugar, asegura una fuente a Bloomberg.

El impacto del cierre de TSMC se dejaría sentir de inmediato en todos los rincones de la vida británica. La industria automovilística lucharía por sobrevivir. Durante la pandemia, las matriculaciones se desplomaron casi un tercio porque los coches no podían enviarse a ensamblar hasta que no se instalaran los chips. TSMC fabrica el 35% de los microcontroladores de automoción del mundo, según el Grupo Rhodium. 

Otras industrias nacionales que dependen de los chips taiwaneses son "el comercio electrónico, la logística, el transporte por carretera y el entretenimiento", según un informe de Rhodium. Las piezas de repuesto para dispositivos médicos como las bombas de insulina podrían escasear y "en última instancia, las repercusiones sociales y económicas de una escasez de chips de esa magnitud son incalculables, pero probablemente serían catastróficas". 

Dado que la mayoría de los dispositivos, módulos y componentes a nivel de placa también se ensamblan en Asia, ni siquiera las fábricas nacionales de chips serían una bala de plata. Los chips son un punto clave en las frágiles cadenas de suministro que se extienden por todo el mundo.

Como consuelo, Internet seguiría funcionando a corto plazo. Sin embargo, en poco tiempo, los nuevos equipos para reparaciones o más capacidad se agotarían, a pesar de que la demanda de datos móviles aumenta aproximadamente un 30% al año. Como resultado, las antenas móviles 4G y 5G, los nodos de red de fibra y los routers domésticos serían difíciles de reparar o sustituir una vez agotadas las existencias, lo que provocaría graves cortes en las redes que sustentan gran parte de la vida moderna, conectándolo todo, desde familias a bancos y hospitales.

Peter Claydon, presidente de Picocom, una empresa británica que diseña chips para las nuevas redes móviles, fabricados en Taiwán, asegura que si el país se viera bloqueado "probablemente quebraríamos muy rápidamente". "No tenemos muchas existencias, y después no podríamos fabricar más", revela. "No creo que ningún banco o institución financiera estuviera dispuesta a invertir para mantenernos".

Según Rhodium, Taiwán fabrica el 70% de los chipsets para smartphones, por lo que los precios de teléfonos, portátiles, televisores inteligentes y otros dispositivos de entretenimiento doméstico se dispararían al instante, lo que dispararía la inflación. Al dispararse los precios y reducirse los suministros, los consumidores recurrirían a la tecnología heredada, para la que hay más disponibilidad de chips menos avanzados. En la pandemia, la dinámica se reprodujo en los coches usados, que brevemente costaron más que los modelos nuevos.  

La defensa nacional también estaría en peligro. Los chips son fundamentales para casi todos los sistemas militares, incluidos los aviones de combate F-35 del Reino Unido, según una revisión de la Casa Blanca, que también menciona tecnologías emergentes como la inteligencia artificial, 5G, satélites, hipersónica y ciberseguridad.

Los chips más avanzados también se utilizan en medicina de precisión, modelización financiera, detección de fraudes, predicción meteorológica y análisis de datos sísmicos, según el fabricante de chips estadounidense Intel.

En el Servicio Nacional de Salud (SNS) británico, la escasez de equipos de vanguardia, como las resonancias magnéticas, no haría sino agravarse, provocando retrasos en los tratamientos. El grupo de expertos en defensa RUSI afirma que la seguridad energética de Gran Bretaña depende de los chips, necesarios para la energía solar, los vehículos eléctricos y la transmisión de energía. 

La mayoría de los países occidentales tendrían problemas, pero Gran Bretaña está especialmente expuesta. Menos del 1% de la producción mundial de chips corresponde al Reino Unido, según Malcolm Penn, director ejecutivo de Future Horizons, pero los fabricantes británicos representan el 2% del consumo mundial. Tampoco hay perspectivas realistas de deslocalizar o crear una industria nacional. Las plantas de fabricación de chips a escala comercial cuestan más de 10.000 millones de libras y su construcción requiere al menos tres años.

El Brexit y las frágiles 'amistades'

Además, el Brexit deja a Reino Unido especialmente aislado en la batalla por la resistencia de los chips. La capacidad de fabricación que podría haberse instalado en el país como miembro del mercado único se ubicará dentro del bloque, donde no hay fricciones fronterizas. El mes pasado, el Secretario de Seguridad Energética y Red Cero, Grant Shapps, se refirió a los planes de subvenciones de la UE y afirmó que el Reino Unido habría sido un contribuyente neto más que un beneficiario de cualquier paquete.

Mientras tanto, la carrera por aumentar la capacidad incentivada por los gobiernos ya ha comenzado en otros lugares. El año pasado, EEUU y la Unión Europea establecieron planes de subvenciones e inversiones para sus industrias nacionales: Washington destinó 52.700 millones de dólares y Bruselas, 43.000 millones de euros. China ya ha aportado unos 130.000 millones de dólares de inversión estatal a su industria, según cálculos del gobierno británico. El Reino Unido no puede competir con tales sumas.

En cambio, su "ruta hacia la resiliencia pasa por centrarse en cooperar con socios de confianza a largo plazo" y potenciar sus centros de investigación y desarrollo basados en la ciencia y la universidad, según declaró en noviembre el comité selecto de empresas y energía.

Gran Bretaña necesita hacerse indispensable mediante "el crecimiento y el liderazgo en tecnologías de nueva generación". Sin embargo, el país tiene escasez de personal cualificado, no ha registrado ningún crecimiento significativo de ingenieros electrónicos formados en el país entre 2007 y 2020 y compite por el talento extranjero.

Personas familiarizadas con las ideas del Gobierno insinúan la escasez de opciones del Reino Unido. Más allá de la ambición de estar a la vanguardia de la investigación, el plan es sencillo: almacenar chips y entablar relaciones con aliados amigos para garantizar un suministro seguro.

Sin embargo, la pandemia fue una lección de cómo esas amistades pueden fracasar en su primera prueba. En los primeros meses de la crisis sanitaria, docenas de países impusieron restricciones a la exportación de suministros médicos, según la Organización Mundial del Comercio y el Banco Mundial. A medida que se disponía de vacunas, los países acaparaban suministros en su propio interés de empobrecer al vecino. Después de que Rusia bloqueara el suministro de alimentos desde los puertos ucranianos del Mar Negro, volvió a ocurrir. En un momento dado, 19 países prohibieron la exportación de alimentos básicos.   

La única empresa, aparte de TSMC, que fabrica los chips de última generación más pequeños es la surcoreana Samsung. Así que una incursión en Taiwán podría desencadenar un 'nacionalismo de vacuna' (la producido por un país, para ese país) que afecte al resto del mundo.

La estrategia británica de resistencia ante estas contigencias con los chips depende de proveedores amigos. Pero, según un análisis de Boston Consulting, las subvenciones estadounidenses a los chips sólo proporcionarían capacidad de fabricación suficiente "para satisfacer la demanda interna de chips utilizados en sistemas de seguridad nacional, la industria aeroespacial e infraestructuras críticas" como las telecomunicaciones, la energía, los servicios públicos, la sanidad y los servicios financieros. 

A EEUU no le sobrarían chips. BCG calcula que, para lograr la autosuficiencia manufacturera, se necesitarían 400.000 millones de dólares en subvenciones estatales, dentro de una inversión total de un billón de dólares en 10 años.

En Europa, según el grupo de trabajo estratégico de la UE ESPAS, una grave interrupción del suministro podría agotar las reservas europeas de chips "en pocas semanas, paralizando muchas industrias europeas". Las buenas relaciones y los "principios de libertad" de Gran Bretaña se convertirían en daños colaterales de las prioridades internas de las naciones amigas.

"Nadie predice que China vaya a hacer nada serio en Taiwán hasta dentro de cuatro o cinco años", defiende Ellwood. "Pero para estar preparados tenemos que actuar ahora", avisa.

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