Victoriano Martín
- 23/09/2013, 10:00
23/09/2013, 10:00
Mon, 23 Sep 2013 10:00:07 +0200
La forma más ortodoxa de financiar el gasto público es a través de impuestos. Las características fundamentales de los sistemas impositivos desde que las autoridades políticas necesitaron financiar sus gastos fueron la insuficiencia y la falta de equidad. Tradicionalmente, los sistemas impositivos han sido injustos e insuficientes. Las clases privilegiadas y con mayor capacidad adquisitiva hasta épocas relativamente recientes han permanecido exentas del pago de impuestos, al tiempo que una tremenda carga impositiva caía de forma arbitraria e imprevisible sobre quienes menos capacidad tenían. La agricultura no sólo tenía que soportar los sustanciosos y vejatorios tributos señoriales y los diezmos, tenía que financiar una hacienda en bancarrota debido a las guerras y extravagancias de la Corona, lo que implicaba una carga adicional y siempre creciente de multitud de impuestos. En este sentido serían los miembros de la Fisiocracia, tal vez la primera escuela de Economía Política (Francia, 1756-1774), los que intentaron poner orden en un pseudo sistema impositivo que les preocupaba especialmente por los efectos desincentivadores del impuesto sobre los agricultores en general y sobre los empresarios agrícolas en particular. Aquí radicaba su teoría del impuesto único, y que tuvo su reflejo en España por las mismas fechas con el intento del catastro del marqués de la Ensenada de establecer la contribución única.