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¿A quién le importan los ricos?

No hay política social más progresista que tener trabajo y dinero en el bolsillo. El Gobierno sin embargo demuestra que lo progresista es quitarle el dinero del bolsillo a "la clase media trabajadora" según expresión que tanto gusta de usar. La reforma de impuestos anunciada de forma acelerada no da ningún alivio a" la clase media trabajadora".

Más de la mitad de la recaudación por IRPF, cerca de 45.000 millones de euros se obtiene de los impuestos de contribuyentes cuyos ingresos oscilan entre los 21.000 y 60.000 euros. Si el nivel de ingresos lo llevamos desde los 60.000 hasta los 150.000 euros, la contribución al IRPF alcanza casi el 75%, contribuyentes que no se ven beneficiados por las últimas medidas.

El concepto de tener trabajo lo entienden bien los políticos y al riesgo de perderlo en las próximas elecciones autonómicas, responde la propuesta de la Generalitat Valenciana de rebajar los impuestos, detonante de estas medidas anunciadas por el Gobierno central.

En una situación de elevada inflación como la actual, los grandes perdedores son las clases medias. El gran ganador es el gobierno que ve como aumenta lo que recauda a través de los impuestos. La recaudación impositiva se realiza sobre el valor de los bienes y servicios en términos nominales. Al aumentar el precio de estos debido a la inflación, el estado recauda más impuestos. Por eso el interés del gobierno de no deflactar la tarifa del IRFP. El ciudadano normal es el que sufre las consecuencias de la voracidad impositiva. Este corre el riesgo de que un ligero aumento de su sueldo le lleve a pasar a una escala superior del IRPF, llegando a una situación donde el sueldo cada vez le llega para menos pero cada vez paga más impuestos.

Se ha recuperado la retórica propia de principios del siglo anterior de que paguen más los ricos, un mensaje ya agotado. A los que sufren cada día la inflación lo que les preocupa es la fuerte subida de precios de los bienes de primera necesidad, cuya fiscalidad no quiere reducir el gobierno, o la subida de la gasolina, o la de los precios de los hoteles que frena su posibilidad de irse de vacaciones, en definitiva, la pérdida de su calidad de vida.

Es difícil saber qué se entiende por rico, pero si miramos las tablas de IRPF, los españoles que ganan más de 601.000 euros al año, solo suponen el 0,06% de las declaraciones. El hecho de crear un impuesto "temporal" para aquellos que tengan un el patrimonio superior a tres millones de euros es muy peligroso. El impuesto del patrimonio se creo en 1977 con carácter transitorio. Este impuesto es hoy un elemento exótico a nivel internacional y claramente confiscatorio, al igual que el impuesto de Sucesiones y Donaciones que supone gravar por tercera vez los ingresos. Eliminarlos si es ayudar a las clases medias.

Este Impuesto de la Solidaridad no deja de ser una respuesta a la decisión de la junta de Andalucía de eliminar dicho impuesto, siguiendo los pasos de Madrid. No es casualidad que sean las comunidades donde se da mayor crecimiento económico. No es casualidad que sean las regiones donde los resultados del partido socialista rozan sus mínimos históricos. No es casualidad que Madrid y Andalucía son las regiones más perjudicadas por los últimos cambios.

Un sistema fiscal debe ser neutral y no confiscatorio, sin incidir en las decisiones de los agentes económicos. Estamos en un punto donde se corre el riesgo de deslocalizaciones de grandes rentas, no entre regiones de España, sino al extranjero. Recordemos el caso de Francia, donde ante una gran subida de impuestos se produjo traslados a Bélgica. Quizá deberíamos mirar a Portugal, país que está haciendo todo lo posible para atraer capitales y contribuyentes con elevados ingresos.

El debate sobre los impuestos y los ingresos del estado desvía la atención sobre el tema del gasto público, debate siempre incomodo. El Instituto de Estudios Económicos, ya cifro en 60.000 millones de euros los posibles ahorros de gasto público, lleno de subvenciones que nunca generan empleo.

La economía de un país se divide entre la actividad privada y la actividad pública. España, cuenta con algunas de las mejores empresas a nivel mundial en diversos sectores, infraestructuras, banca, turismo y con unas empresas medianas y pequeñas muy dinámicas. Parece que la gran asignatura pendiente son las cuentas públicas. Quizá en vez de debates populistas que nunca generan empleo, hay que fijarse entre otras cosas a ese absentismo laboral superior al 20% que desangra a la Seguridad Social que pagamos entre todos.

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