
La pandemia ha hecho que trabajemos más horas y lo hagamos en condiciones que hacen que desconectar sea más complicado. Un cocktail que ha hecho que hábitos como alargar la jornada hasta contabilizar seis días laborables, o incluso trabajar los fines de semana, se haya vuelto algo recurrente, según los últimos informes.
Un estudio de la multinacional ADP revela que el 44% de los empleados trabaja más horas que nunca, y que uno de cada diez trabaja un día más (más de 8 horas) a la semana. Esta cultura de las horas extraordinarias se ve agravada por la aparente reticencia de los empleados a tomar vacaciones anuales.
Trabajamos más horas y tenemos menos aspiración de vacaciones por la pandemia
Ed Yuen, vicepresidente de estrategia y desarrollo empresarial de ADP, comentaba los peligros tanto físicos como psicológicos que pueden acarrear normalizar situaciones así.
"Nos hemos dado cuenta de que los empleados no se toman sus vacaciones", añade Yuen. "Obviamente, tenemos restricciones de viaje, cierres y prohibiciones de ciertas actividades, pero los empresarios deberían animar a sus equipos a tomarse un tiempo libre. Como sociedad, tendemos a subestimar la importancia de las vacaciones anuales para mantener una buena salud mental. Los empresarios deben seguir promoviendo los beneficios de tomarse unas vacaciones, aunque sean en la misma ciudad".
Los peligros del exceso de trabajo no han hecho más que salir a la luz, ya que la salud mental de los empleados sigue disminuyendo. Hechos como la falta de desconexión o las dificultades para hacerlo por el confinamiento se han unido a problemas que ya venían acarreados.
Otro informe de Microsoft señalaba recientemente que hasta un 42% de los encuestados quería dejar su trabajo tras no estar contento en sus condiciones durante la pandemia; y otro reciete decía incluso que 1 de cada 4 mujeres estaba dispuesta a dejar de trabajar diretamente.
La salud mental en el empleo, la principal perjudicada
El mismo informe de ADP también señala que un 68% de sus empleados se sienten estresados "todas las semanas", algo a lo que se suman estudios como este reciente del centro de análisis KFF, que señalaba como más preocupante este aspecto para los trabajadores esenciales.
En comparación con los trabajadores no esenciales, los trabajadores esenciales son más propensos a informar de síntomas de ansiedad o trastorno depresivo (42% frente al 30%), a iniciar o aumentar el consumo de sustancias (25% frente al 11%) y a tener pensamientos suicidas (22% frente al 8%) durante la pandemia.
A lo largo de la pandemia, la ansiedad, la depresión, los trastornos del sueño y los pensamientos suicidas han aumentado para muchos adultos jóvenes, afirma el KFF. También han experimentado una serie de consecuencias relacionadas con la pandemia -como el cierre de universidades, la transición al trabajo a distancia y la pérdida de ingresos o de empleo- que pueden contribuir a una mala salud mental.
El análisis del KFF revela que, a lo largo de la pandemia, una gran parte de los adultos jóvenes (de 18 a 24 años de edad) han manifestado síntomas de ansiedad y/o trastorno depresivo.