Salud Bienestar

La prueba que detecta si una persona tiene autismo: síntomas, diagnóstico y prevalencia

Imagen de archivo. | Fuente: Canva

Una de las afecciones mentales más habituales que se da ya desde la infancia es el Trastorno del Espectro Autista (TEA), una condición del neurodesarrollo que afecta en la forma en la que una persona percibe y se relaciona con el mundo. Este se caracteriza por una dificultad en la comunicación e interacción social, así como ciertos patrones de comportamiento repetitivos.

Con el fin de que las personas que sufren este trastorno vean facilitado su día a día, es necesario una identificación temprana a través de una serie de pruebas o test. A pesar de que existen numerosos tests que pueden hacerse, uno de los más comunes es la Escala de Observación para el Diagnóstico del Autismo (ADOS).

Este test, desarrollado por Catherine Lord y un grupo de especialistas, se basa en una escala de observación estandarizada y semiestructurada donde se plantean diferentes situaciones sociales con el fin de ver la reacción y comportamiento de los individuos. En este se tienen en cuenta aspectos como la comunicación, la interacción social, el uso imaginativo de los juegos o las conductas restrictivas, repetitivas o estereotipadas.

Síntomas

La Universidad de Navarra explica algunas de las características que comparten las personas con autismo, entre las que se encuentra:

  • Dificultades en la interacción social. Evitar el contacto visual, no responder al nombre, preferir estar solo…
  • Problemas en la comunicación. Dificultad para iniciar o mantener conversaciones, uso repetitivo del lenguaje…
  • Comportamientos repetitivos o intereses restringidos. Rutinas muy marcadas, fijación por objetos concretos, movimientos repetitivos…
  • Reacciones inusuales a estímulos sensoriales. Hipersensibilidad a sonidos, luces, texturas o sabores.

Se estima que en España una de cada 100 personas es autista, si bien, sus causas exactas todavía se desconocen. Entre estas destacan factores genéticos, neurobiológicos o ambientales (infecciones durante el embarazo o complicaciones en el parto). El autismo no tiene cura, pero existen diversas intervenciones que pueden mejorar significativamente la calidad de vida, ayudándoles a mejorar sus habilidades sociales, la comunicación o programas educativos adaptados a las necesidades.

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