El alimento que es más perjudicial para la salud que la sal: puede provocar problemas cardiovasculares

La tensión arterial elevada o hipertensión se produce cuando la fuerza de la sangre en las arterias es demasiado elevada, lo que puede provocar enfermedades cardíacas u otras complicaciones. Las causas de esta pueden ser muy variadas, las cuales van desde determinados factores genéticos hasta el estilo de vida. Según esto último, una dieta rica en sal puede provocar hipertensión, de ahí que muchos médicos recomienden limitar su consumo.

Ante esto, algunos deciden reemplazar la sal tradicional por sal "sin sodio", que se basa en sustituir el cloruro sódico de la sal por cloruro potásico. Esto provoca que tenga un sabor más amargo que la sal común, además de que se le suelen añadir aditivos y potenciadores del sabor, lo que podría resultar contraproducente.

Los expertos recomiendan que estos productos únicamente sean utilizados por personas con tensión arterial elevada, puesto que en casos extremos podrían llegar a causar complicaciones incluso infartos. En comparación a la sal normal, estos productos contienen hasta un 50% de cloruro de potasio —mientras que la sal normal solo tiene un 1%—, que puede llegar a acumularse en grandes cantidades en el organismo.

Los problemas de la sal sin sodio

Las personas que ingieren grandes cantidades de sal sin sodio corren el riesgo de sufrir hiperpotasemia, que puede provocar fibrilación ventricular y paro cardíaco, ya que el potasio podría saturar ciertos canales. En cuanto a las personas que jamás deberían consumir sal sin sodio se encuentran: las personas con insuficiencia renal, con enfermedades del corazón, los diabéticos, ancianos, mujeres embarazadas o niños menores de 10 años.

Otros de los riesgos es que no tiene una supervisión regulatoria, puesto que muchos productos no informan realmente sobre los posibles riesgos en sus etiquetas. Por este motivo, si se está siguiendo una dieta baja en sal, lo más recomendado es adoptar un enfoque más integral, en lugar de sustituir un tipo de sal por otra.

Entre las acciones que pueden llevarse a cabo para reducir el consumo de sal se encuentra optar por alimentos crudos siempre que sea posible, cocinar sin añadir sal y utilizar especias o zumo de limón para potenciar los sabores de los alimentos.