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Qué pasa si mi nevera estuvo más de 5 horas sin luz, ¿debo tirar los alimentos?

Imagen de archivo. | Fuente: Canva

Uno de los principales problemas y preocupaciones de muchas personas durante el apagón que se produjo ayer lunes, más allá de las incidencias en los desplazamientos y comunicaciones, es la correcta conservación de los alimentos en la nevera.

Si bien se ha producido la recuperación del suministro eléctrico en toda España de forma progresiva, la realidad es que todavía existen zonas donde la luz no ha vuelto del todo. Esto implica que los alimentos estén permaneciendo varias horas sin refrigeración.

Los expertos advierten de que los alimentos que necesitan refrigeración deben permanecer a una temperatura de entre 1 y 4 °C, puesto que a temperaturas más elevadas las bacterias y otros microorganismos proliferan más fácilmente, tales como la salmonela o el E. coli.

Mayor riesgo de intoxicación

En el caso de que no tengan refrigeración los alimentos que lo necesitan, lo más recomendable es que sean cocinados o congelados lo más pronto posible. Especialmente algunos como la carne, el pollo, pescados y mariscos, productos lácteos y la fruta pelada y/o cortada.

De esta manera, lo más recomendable es cumplir la llamada "regla de las dos horas", por lo que los alimentos aguantan en frío un máximo de este tiempo. Más allá de este periodo, el riesgo de intoxicación aumenta potencialmente, de ahí que lo más aconsejable sea desecharlos tras este apagón, aunque aparentemente parezca que están en buen estado, puesto que estos podrían suponer una amenaza para la salud.

¿Cómo colocar los alimentos en la nevera?

No solo la temperatura de los alimentos en la nevera resulta clave, puesto que también la zona en la que se guarden puede ser determinante. Así, en los cajones inferiores se ha de guardar las frutas y hortalizas, ya que están protegidas del frío directo y, por tanto, se evita así su deterioro.

Mientras, las zonas más frías, situadas en el estante inferior, justo encima del cajón de las frutas y verduras, se ha de almacenar la carne, el pescado y el marisco. Si bien, estos últimos deben estar en recipientes con rejilla, de forma que los líquidos que se desprenden no estén en contacto continuo con los propios alimentos.

Los estantes superiores son los menos fríos y es donde se tienen que guardar los yogures, el queso, los embutido, los alimentos cocinados, envasados y las semiconservas. Cabe destacar que una vez se haya abierto algún envase —brick o lata— es imprescindible pasarlos a un envase de cristal.

La puerta de la nevera, en cambio, está destinada a alimentos como las bebidas. Los huevos, en cualquier caso, también pueden almacenarse en este espacio, aunque algunos expertos no están de acuerdo con esta idea, puesto que abrir y cerrar constantemente la puerta hace que pueda perderse la cadena de frío.

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