Qué pasa con la vista después de los 40 años

La mayoría de órganos de nuestro cuerpo van mostrando síntomas de envejecimiento a medida que pasan los años. Uno de los primeros que sufre el paso del tiempo son los ojos. Esto se debe a que sus células no se regeneran y a partir de los 40 años se empieza a perder elasticidad que daña la capacidad de enfocar a ciertas distancias.

Por lo que la agudeza visual y la visión cercana o lejana empieza a decrecer a partir de los 40 años. En la visión se pueden hasta producir hasta 21 cambios cuando la persona empieza a envejecer. Los primeros síntomas pueden ser la dificultad de ver a ciertas distancias, el ojo seco, los problemas de visión nocturna o la sensibilidad a la luz.

Javier Sanz, oftalmólogo de Clínica Baviera Madrid, apunta: "También sucede que a partir de los 40 empieza a decrecer nuestra agudeza visual, que es la capacidad que tenemos para percibir y diferenciar dos objetos separados por un ángulo determinado".

La agudeza visual es sinónimo de mejor salud visual y según Sanz "está relacionada con nuestros ojos, pero también con el nervio óptico, responsable de llevar lo que vemos al cerebro para que este reconozca e interprete los objetos y las formas. Por lo tanto, una buena agudeza visual va a favorecer también una buena salud de nuestro cerebro y viceversa".

El 80% de los españoles tienen algún defecto visual

Según un estudio realizado por la Clínica Baviera, el 80% de los españoles tiene algún defecto visual. Los más comunes son la miopía, la hipermetropía, el astigmatismo y la presbicia. En edades más jóvenes es más común la miopía y sobrepasados los 45 años hay más casos de presbicia. Esta última dificulta la visión de cerca debido al envejecimiento natural del cristalino.

Para mejorar la vista en diferentes distancias y la agudeza visual, se pueden hacer ejercicios de enfoque, adaptación de distancias o parpadeo. También ayuda llevar una alimentación equilibrada, alta en antioxidantes y vitaminas A. C y E; haciendo ejercicio físico, descansando bien, no exponerse demasiado al aire acondicionado y la calefacción; protegerse del sol y sobre todo acudir a revisiones periódicas al oftalmólogo.