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Lavado de pies con sal y bicarbonato: por qué hacerlo en verano y para qué sirve, según expertos

Lavado de pies con sal y bicarbonato. Fuente: Canva.

Con la llegada de las altas temperaturas en casi todo el país, son muchos los españoles y españolas que buscan remedios caseros para refrescarse lo máximo posible. De ahí que lavarse los pies, sobre todo con agua fría, sea una de las opciones que más se ha viralizado en nuestro país en las últimas semanas gracias a las redes sociales.

Sobre todo, en personas que hayan afrontado un día caluroso en el trabajo y sean más propensas a sudar o aquellas que estar de pie sea su 'pan de cada día'. También está dirigido, claro está, a ese pequeño grupo que usa calzado muy ceñido o poco transpirable en esta época del año y que suele conllevar heridas, dolores o ampollas.

En profundidad

Al parecer, el agua fría ayuda a reducir la hinchazón y a estimular la circulación sanguínea. Por si esto fuera poco, mantener una buena higiene de pies, lavándolos con jabón neutro y secándolos adecuadamente -en especial entre los dedos, que suele olvidarse- es importante para prevenir infecciones y problemas como hongos.

Ahora bien, existe una variante que es la que ha llamado la atención a expertos: con sal y bicarbonato. La combinación no solo relaja los músculos, sino que también parece ser efectiva en casos de dolor plantar, fascitis o cuando se sufren ciertos calambres en pies y tobillos de manera habitual.

Más detalles

Por un lado, la sal actúa como un mineral natural descontracturante y el bicarbonato ayuda a neutralizar toxinas que se acumulan en la piel, potenciando el efecto refrescante del baño. Para mejorar los resultados, los especialistas aconsejan el frote ligero de una piedra pómez sobre los pies, secarlos suavemente y aplicar una crema hidratante antes de ir a dormir.

¿Y cuántas veces es correcto llevarlo a cabo durante la semana? Pues bien, hay que tener en cuenta que no se debe hacer todos los días. Es decir, con dos o tres baños semanales es más que suficiente para notar esta zona del cuerpo más limpia y fresca.

Paso a paso

El procedimiento es muy sencillo. Tan solo debemos preparar un recipiente con agua tibia (donde entren los pies) y añadir dos cucharadas de sal gruesa y otras dos de bicarbonato. Acto seguido, hay que mezclar todo con una cuchara y sumergir los pies de 15 a 20 minutos.

Cabe destacar que es recomendable no usar agua demasiado caliente, puesto que podría resecar o irritar la piel sensible del pie. Determinados podólogos, incluso, plantean incorporar unas gotas de aceite esencial de lavanda o árbol de té para que sea todavía mejor el efecto relajante.

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