
La llegada del calor nos ha pillado a muchos por sorpresa, cuyas consecuencias van más allá de la situaciones angustiantes o los peligros de golpes de calor en la calle. Entre los efectos del calor destaca la deshidratación, las hipoglucemias o los mareos.
Estos mareos suelen producirse por oscilaciones en la presión arterial, generalmente un descenso de esta. Con la subida de las temperaturas, los vasos sanguíneos se ensanchan y la sangre corre por las venas con menos intensidad, lo que hace que se pierda presión. Si la ingesta de alimentos ha sido escasa o se ha realizado un gran esfuerzo antes, estos mareos pueden estar acompañados de náuseas e incluso vómitos.
Por otra parte, la deshidratación también es otra causa directa, ya que la sangre se compone mayoritariamente de agua, lo que hace que al perder volumen también la circulación sea menos fuerte. Cuando la bajada de tensión es por deshidratación, se dan algunos indicativos como la sequedad bucal, la desorientación o las taquicardias.
Qué hacer ante una bajada de tensión
Ante los primeros síntomas de mareo, lo mejor es tomar medidas lo antes posible, puesto que de lo contrario podría producirse un desmayo, con las consecuentes fracturas o traumatismos en caso de caída. Si eres tú mismo quien experimenta estos mareos, lo más recomendable es sentarte en el suelo y no hacer ningún desplazamiento.
Sin embargo, si estamos junto a una persona que comienza a encontrarse mal por el calor, es importante llevarla a una zona de sombra o a un lugar donde pueda tomar aire fresco. Acto seguido, hay que recostarla y ponerle los pies en alto, para que el flujo sanguíneo se desplace hasta la cabeza. Si la persona se mantiene consciente, se le puede ofrecer agua, café, té o algún alimento que aumente la glucosa en sangre.
En estos meses, es imprescindible seguir una serie de medidas para prevenir los golpes de calor, por ejemplo, intentando no estar demasiadas horas de pie, evitando los lugares calurosos o concurridos y manteniendo una correcta hidratación así como llevando a cabo de cinco a seis comidas diarias de forma moderada.
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