
El Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa que lentamente destruye la memoria y las habilidades de pensamiento y, con el paso del tiempo, la capacidad de realizar hasta lasa tareas más sencillas. Desgraciadamente, afecta al 5-10% de la población por encima de los 65 años, con una prevalencia que aumenta considerablemente con la edad.
Para entender la magnitud de este trastorno, cabe destacar que entre la población de 60 o más años, en España, el número de pacientes estimado respecto a la década de los 80 se incrementó un 50% en el año 2000. Y no es lo peor: se estima que tales cifras se duplicarán para este año 2025.
En profundidad
Por lo general, suele iniciarse con señales sutiles que, a menudo, se confunden con el envejecimiento normal. De ahí que sea fundamental detectarlos a tiempo, puesto que puede marcar una diferencia importante en el tratamiento de la enfermedad tanto a corto como a largo plazo.
Aunque pueda parecer sorprendente, el trabajo es un escenario en el que pueden suceder determinadas situaciones que nos deben alertar de la enfermedad. Hablamos, por ejemplo, de cometer errores inusuales en proyectos que anteriormente realizábamos sin ningún problema, olvidarse de reuniones o realizar la misma pregunta a los compañeros.
Tres fases
Sí, principalmente porque no recordamos haber recibido la información. Ante este panorama, los expertos suelen distinguir tres fases:
- Una fase preclínica. El rendimiento neuropsicológico en las pruebas, aunque existan quejas cognitivas subjetivas, es normal.
- Una fase prodrómica. Los pacientes presentan síntomas cognitivos y fallos objetivables en la exploración sin repercusión sobre las actividades de la vida cotidiana.
- Una fase demencia. El deterioro cognitivo ya afecta a la funcionalidad del paciente.
Tratamiento
Por el momento, todavía no contamos con un tratamiento que pueda prevenir el Alzheimer o detener su curso. Ahora bien, sí que contamos con medicamentos que pueden ayudarnos a minimizar algunos síntomas y mejorar la calidad de vida de los afectados.
Todos ellos son particularmente útiles durante los primeros años de la enfermedad. Eso sí, con el avance de la misma, su efectividad va disminuyendo. El porvenir parece esperanzador, con la investigación abriendo la puerta de la esperanza en cuanto a posibilidades de cambiar de alguna manera el curso de la enfermedad.