
Una de las mayores multinacionales mundiales de equipos para cirugía de corazón, la estadounidense Edwards Lifesciences, ha elegido para instalar su mayor fábrica en Europa una ubicación casi en pleno 'by-pass' de Valencia, como se conoce a la circunvalación que rodea el área metropolitana de la ciudad del Turia.
Moncada, un municipio ubicado en plena Horta Nord de Valencia a unos 15 kilómetros de la capital, ha recibido este viernes por todo lo alto a su multimillonario Mister Marshall, como en la genial película de un ilustre valenciano como Luis García Berlanga. Eso sí, en este caso el bienvenido americano responde más al nombre de Mister Edwards y en lugar de pasar de largo ya tiene a las grúas trabajando para instalarse por muchos años.
Y es que la multinacional fundada por el ingeniero Miles 'Lowell' Edwards va a acometer la mayor inversión en la historia de este municipio de 22.000 habitantes: 150 millones de euros en su fase inicial hasta 2027, con la creación de 1.200 empleos previstos hasta 2029. Una cifra que incluso podría elevarse atendiendo a los propios planes que presentó la compañía sanitaria para la tramitación de las licencias. En esa solicitud eleva la inversión total hasta 317 millones de euros y el empleo indirecto e inducido por su actividad hasta los 8.600 puestos de trabajo.
La empresa estadounidense nació al calor del invento de su propio fundador, que junto al cirujano Albert Starr diseñó y fabricó la primera válvula mitral artificial que se implantó con éxito en un paciente en todo el mundo en 1960. El éxito de esa operación y el lanzamiento de otros productos como catéteres y prótesis coronarios convirtieron a la firma de California en un referente mundial en el campo de la cirugía cardiaca.
Baxter, otro conocido en Valencia
Con ese atractivo no tardó en ser adquirido en 1966 por un grupo norteamericano especializado en suministrar material hospitalario. En 1985 uno de los grandes trasatlánticos mundiales del sector sanitario y farmacéutico, el también estadounidense Baxter, lo engulliría. Curiosamente ese gigante americano durante años tuvo su principal fábrica en España en Valencia y era uno de los pocos exponentes de un sector, el farmacéutico-sanitario que ahora se intenta relanzar en la región.

En el año 2000, a la vez que Baxter anunciaba el cierre de su planta en el polígono Vara de Quart de Valencia, Edwards Lifesciences se separaba de su antiguo dueño mediante una salida a bolsa. A partir de ahí ha sido Edwards quien ha ido engordando con compras en biotecnológicas hasta cerrar el año pasado con unas ventas de 6.000 millones de dólares y un beneficio neto de 1.400 millones de dólares.
Actualmente suma 20.000 trabajadores, aunque recientemente ha cerrado la venta de la división de productos de cuidados críticos a la multinacional Becton, Dickinson and Company por 4.200 millones de dólares. Una operación que justificó precisamente para centrarse en su principal área de negocio: la innovación en la salud del corazón.
¿Un nuevo Mister Ford?
El desembarco de Edwards en Moncada también supone oxígeno para poder generar un tejido industrial valenciano en torno a la biotecnología y la salud. La Comunidad Valenciana apenas cuenta con industria farmacéutica, pese a contar con centros de investigación de referencia tanto por sus universidades y hospitales de referencia como por centro de innovación como el Instituto de Biomecánica de Valencia (IBV). Incluso pese a tener empresas de referencia en ámbitos como la fertilidad, como IVI, o el análisis genético.
Precisamente el CEO mundial de Edwards, Bernard Zovighian, aseguró que la intención de la compañía es convertirse en un "catalizador para el desarrollo de un ecosistema de la tecnología de la salud en Valencia". Un papel en colaboración con universidades, centros sanitarios y otras empresas con el que desde las administraciones se espera impulsar un sector que se marcó como prioritario en la reindustrialización en la pandemia, pero que en el caso valenciano ha visto como mucha de la industria que surgió vinculada a las mascarillas sucumbió con la vuelta a la normalidad.
Los planes de Edwards incluyen crear un tejido de proveedores locales para garantizar el suministro, que además tendrán que garantizar su calidad y sostenibilidad con los exigentes certificados que requieren los productos sanitarios según reconocen desde la firma. A muchos recuerda, a otra escala y sin un parque de proveedores propio, el efecto tractor de Ford, que con la planta de Almussafes reconvirtió a talleres que trabajaban para sectores como mueble o juguete en lo que es la actual industria auxiliar de la automoción.
No es el único paralelismo. La actual factoría de Almussafes de la marca norteamericana está construida sobre los antiguos campos de naranjos, el mismo uso que tenían los terrenos donde Edwards ya ha comenzado sus obras en Moncada. Todo un símbolo de este nuevo salto económico en pleno siglo XXI.