
El glifosato es un herbicida de amplio espectro desarrollado para eliminación de malas hierbas y muy utilizado en agricultura y jardinería y que ha estado rodeado de polémica durante los últimos años. Su renovación ha vuelto a generar un nuevo desencuentro entre los socios de gobierno.
Se trata del principio activo del herbicida Roundup, que fue desarrollado por la compañía Monsanto en 1974 aunque desde 2000 ha caducado la exclusividad y puede tener fabricarlo cualquier laboratorio.
La Comisión Europea propuso en septiembre a los países miembros la renovación del glifosato, que caduca en el mes de diciembre, durante 10 años más, después de que las Agencias de Seguridad Alimentaria (EFSA) y de Sustancias Químicas (ECHA) descartasen que tenga efectos cancerígenos. España votó a favor en el Comité Permanente de Plantas, Animales, Alimentos y Piensos, aunque la propuesta no salió adelante al no lograrse una mayoría cualificada.
Después de que en la segunda votación en el Comité de Apelación tampoco se haya alcanzado la mayoría, la Comisión Europea ha optado por renovarlo, en línea con su primera recomendación.
La inicial postura a favor del Ministerio de Agricultura fue contestada por Sumar, socia del Gobierno, con la presentación de una proposición no de ley en la que exigía al Gobierno que rectificase su apoyo, que no ha hecho, e iniciase de cualquier modo los pasos para su total prohibición en España.
La iniciativa de la coalición que lidera Yolanda Díaz provocó la reacción del sector agrario, que pidió al Gobierno que se mantuviese firme.
El glifosato ha sido la bestia negra de las asociaciones ecologistas después de que la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer de la Organización Mundial de la Salud concluyese en 2015 que la substancia es "probablemente carcinógena para los humanos" .
Sin embargo, otros muchos organismos han descartado su relación con el cáncer, como la Agencia Europea de Sustancias Químicas (ECHA por sus siglas en inglés). Su informe, ha sido la base de que la Agencia de Seguridad Alimentaria Europea (EFSA) no haya encontrado motivos críticos que obliguen a su prohibición, aunque pide que se impongan medidas de mitigación para reducir los posibles impacto en la biodiversidad y el agua. Descárgate aquí gratis elEconomistaAgro
Tampoco la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos ha encontrado evidencias de una relación directa entre el glifosato y el cáncer. Pese a ello, la Justicia norteamericana ha recibido miles de demandas de personas que atribuyen su enfermedad con el herbicida. Bayer, que compró Monsanto, ha tenido que hacer frente a indemnizaciones de más de 11.000 millones de euros por reclamaciones judiciales.
El sector agrario siempre ha considerado fundamental la continuidad del glifosato, tanto por su efectividad como por su bajo coste, a la hora de eliminar las malas hierbas. Actualmente la única alternativa es la eliminación mecánica con maquinaria agrícola, lo que genera problema para el medio ambiente como la emisión de CO2 o la pérdida de suelo.
De hecho, la Agricultura de Conservación, que se basa en la reducción del laboreo, es una de las prácticas impulsadas por la Unión Europea dentro de sus objetivos de mejorar la sostenibilidad medioambiental de la agricultura.
En Europa, las posiciones han ido cambiando desde 2017, año en el que la oposición de varios países redujo la autorización a apenas cinco años, a la espera de informes de las agencias científicas de la Unión Europea.
Francia, que entonces votó en contra de la renovación parcial, se abstuvo en la votación en el Comité de Plantas, Animales y Piensos de la UE.
Especialmente significativa es la postura de Alemania, que ha tenido una beligerancia activa contra el uso del glifosato y que en la primera votación no se opuso sino que se abstuvo. Su ministro de Agricultura forma parte del Partido Verde que gobierna con Olaf Scholz.