
Las cadenas de supermercados pueden respirar tranquilas. Bruselas ha atendido las demandas del sector y aplaza seis años la prohibición de usar gases fluorados en sus sistemas de refrigeración que iba a entrar en vigor a partir de 2024 y que, según denunciaban las empresas, podía suponer el cierre de 24.000 puntos de venta de distribución alimentaria alimentaria solo en España.
Tanto la Comisión Europea, como varios países del Consejo, se oponían a la postura de la Comisión de Medio Ambiente del Parlamento, y fueron muchas además las organizaciones empresariales que mostraron también su rechazo. En España, de hecho, una docena de patronales, entre las que se incluyen Anged, Aces Asedas o la Confederación Española del Comercio (CEC), que representan a Carrefour, Mercadona, Alcampo, Eroski, Dia, Lidl o El Corte Inglés, entre otros, insistieron ya la semana pasada en solicitar el aplazamiento de la medida.
Enmienda aprobada
Ahora, el Parlamento europeo ha atendido su reclamación y ha aprobado la la enmienda 152, que establece un calendario de eliminación progresiva, retirando la prohibición total a partir del año que viene, tal y como estaba establecido en principio. Gracias a ello, los supermercados, y cualquier otro sector que utilice sistemas de frío y aire acondicionado en sus procesos, podrá disponer hasta 2030 para realizar una transición hacia refrigerantes naturales.
La distribución alimentaria había denunciado que la reconversión de todo el parque de instalaciones a sistemas sin fluorados era irrealizable en los plazos propuestos en las distintas enmiendas. Según decían, "la reconversión de un sistema basado en gases fluorados a otro que no lo está implica el desmantelamiento completo de la instalación y sustituirla por una nueva donde no se puede aprovechar ninguno de los componentes ni elementos actuales".
Apoyo a los objetivos
Asedas, la patronal de las principales cadenas de supermercados en España, como Mercadona, Dia, Ahorramás, Covirán, Uvesco o el Grupo IFA, mantienen que "apoyamos los objetivos de este reglamento de gases fluorados, pero siempre desde una eliminación progresiva y con calendarios factibles al estado de la tecnología", tal y como de hecho ha sucedido.
Los supermercados no eran, sin embargo, los únicos perjudicados por la medida. Y es que el problema afecta a toda la cadena alimentaria, empezando por la industria ya que los productos necesitan mantenerse fríos antes del transporte. De hecho, continua después en el transporte refrigerado, principalmente con los camiones que llevan alimentos españoles a los países del norte de Europa, y después al nivel de distribución alimentaria y supermercados, en la refrigeración de expositores y almacenaje.
Al margen de la cadena alimentaria, la decisión afectaba también a otros sectores, como el turismo, con consecuencias asimismo imprevistas y que podrían haber ser sido desastrosas para España, ya que hoteles, restaurantes y centros de ocio, además de supermercados necesitan los gases fluorados para sus equipos de refrigeración.