Política

El sudoku de la gobernabilidad, pendiente del precio de los partidos

  • Sin el sostén de los constitucionalistas, Sánchez habrá de valorar otros apoyos
  • Podemos insiste en entrar en un gobierno de coalición para apoyar a Sánchez
Pedro Sánchez. Foto: Reuters

A pesar de que Pedro Sánchez se las prometía muy felices el pasado 28 de abril gracias a su victoria en las elecciones generales, los 123 escaños obtenidos por los socialistas no aseguran que el presidente del Gobierno en funciones que pueda mantenerse en el Palacio de Moncloa. A día de hoy, el PSOE no ha avanzado en ninguno de los frentes que tiene abiertos para llegar a posibles pactos. Además, aún contando con los acuerdos más probables, las matemáticas puede que no le den para gobernar. Todo un sudoku político que conduce a la ingobernabilidad y si nadie lo evita incluso a la repetición electoral.

Uno de los condicionantes de esta situación es Unidas Podemos. A pesar de su pérdida de peso en el Congreso al haberse quedado en solo 42 diputados, la formación insiste en que para apoyar una eventual investidura de Sánchez debe entrar en un gobierno de coalición con el PSOE, aunque desde Ferraz se niegan a complacer esta reclamación.

Pero no solo esto. El viernes Pablo Iglesias, secretario general de la formación morada, insistió en que exigirá al Ejecutivo dos condiciones en las que, con total seguridad, chocará con los socialistas: la derogación de la reforma laboral de Mariano Rajoy de 2012, que el PSOE ya se plantea aparcar para desarrollar el estatuto de los trabajadores del siglo XXI, y no poner en marcha más medidas de disciplina fiscal, que sí figuran en la hoja de ruta de Sánchez, tal y como indica la actualización del Programa de Estabilidad enviado por el Gobierno en funciones a Bruselas.

Con todo, estas exigencias todavía no se habrían puesto sobre la mesa de negociación, porque aparentemente todavía no existe. Fuentes de Unidas Podemos indican que los de Sánchez todavía no han marcado sus teléfonos, retrasando el diálogo más de lo esperado, claro que, en esta ocasión se da una circunstancia muy especial, y es que un proceso electoral con pactos sin resolver, no es la mejor manera de avanzar en unas negociaciones, que para el centro derecha están claras: habrá un Gobierno PSOE con Unidas Podemos.

Con todo, los votos de Unidas Podemos no serían suficiente. Inexorablemente son necesarios los votos de otras formaciones hasta completar los 176 que exige la mayoría absoluta.

En el horizonte se empieza a dibujar el sostén de algunos de los que propiciaron la moción de censura contra Rajoy. Entre ellos está el PNV, Compromís, y está por ver qué hace EH Bildu. También los de ERC y de JxC, que aprovecharán hasta el minuto basura, con toda clase de chantajes en pro de la 'autodeterminación dialogada'.

El resultado de los pactos en Navarra aclararásin duda muchas cosas. En esta comunidad, en la que ganó Navarra Suma -que es la adición de estas tres fuerzas políticas, Partido Popular, Ciudadanos y Unión del Pueblo Navarro- obteniendo 19 diputados, el Partido Socialista se ha propuesto hacerse con la Presidencia gracias a sus 11 escaños y los apoyos de fuerzas progresistas como Podemos y la Izquierda-Ezquerra, además de Geroa Bai, la franquicia del PNV en esta región. Pero ni siquiera con la suma de estos apoyos el PSOE tiene la fuerza suficiente como para gobernar Navarra. Y es aquí donde entra el juego diabólico que de algún modo complica este sudoku de la ingobernabilidad a la que parece está abocada esta legislatura. De momento, el PSOE tendrá que ganarse la abstención de EH Bildu, un voto que tendrá sus consecuencias, quizás positivas para apoyar a Sánchez en Madrid, pero quien sabe si a un precio demasiado elevado.

El viernes, Javier Esparza, de Navarra Suma, proponía al PSOE un gobierno conjunto, de manera que esto significara la alianza de los partidos constitucionalistas. Sin embargo, a los socialistas no les gusta esta fórmula. Venden que una abstención de EH Bildu no significa entrar en el Gobierno. Abstención a la autonomía, a cambio de que el PSOE permita que la formación radical abertzale entre en el Ayuntamiento de Pamplona, poniendo en evidencia que la gobernabilidad de la próxima legislatura será un puzzle en el que los partidos extremarán al límite sus condiciones, no solo para la investidura, sino para cualquier iniciativa que haya que legislar. Y aquí se incluyen unos Presupuestos Generales del Estado ya para 2020, una vez el Gobierno parece haber descartado aprobarlos para este año. Pero es que el nuevo Ejecutivo si es que este año no hay nuevas elecciones legislativas, tendrá que sacar adelante el techo de gasto, para cuya votación en el Congreso no le quedará más remedio, de nuevo, que enseñar el color y la tendencia de sus alianzas. 

En este coro griego en el que se ha convertido la política española, Coalición Canaria se manifiesta como una roca, con sus dos diputados, muy determinantes, contrarios a apoyar a Pedro Sánchez en su investidura. Los que también se manifiestan contrarios a la investidura del candidato socialista son el Partido Popular, Ciudadanos y Vox. El primero defiende ser el principal partido de la oposición y, más allá de las políticas de Estado, no cree tener ni media obligación en apoyar a Sánchez. El segundo, Cs, se abre estos días a negociar con el PSOE, pero solo a nivel territorial, a pesar de las enormes presiones que recibe. El tercero, ni se lo plantea. Dará un no a Sánchez, aunque en Madrid puede que deje que Manuela Carmena se mantenga en la alcaldía, porque Cs no se ha sentado a negociar con ellos.

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