
La ocupación de cinco de las nueve sillas de la Mesa del Congreso evidencia el poder que adquirirá la izquierda en la próxima legislatura, que se inicia mañana. Pero esa no es la única de las evidencias. La semana pasada, Pablo Iglesias alababa la figura de Meritxell Batet, como mujer brillante y con gran capacidad de diálogo y de generar consensos como futura presidenta del Parlamento, pero además señalaba que el acuerdo alcanzado entre el Grupo Socialista y Unidas Podemos para repartirse la presidencia, las vicepresidencias y las secretarías primeras y segundas eran un buen punto de partida. De inmediato, el líder de Unidas Podemos subrayaba cómo esa cooperación y entendimiento debía tener reflejo en una praxis de gobierno, es decir, en un Gobierno de coalición.
La declaración de intenciones de Iglesias no es más ni menos que lo que piensan Ciudadanos y el Partido Popular. Tradicionalmente, la composición de la Mesa siempre ha anticipado la formación del Gobierno de la nación. En esta ocasión, PSOE y Unidas Podemos han querido dejar claro que, para este Ejecutivo, al menos por ahora, no cuentan con la participación de ningún partido independentista.
Pero no será tan sencillo como parece. El PSOE está dispuesto a seguir jugando al despiste y para prolongar la liturgia ha establecido en el calendario la prioridad de que sean los ayuntamientos y las comunidades autónomas las primeras que se constituyan, y tras ellas, el Gobierno de España.
El viernes, sin ir más lejos, José Luis Ábalos, el número dos de Ferraz, y persona de gran predicamento en la cabeza de Pedro Sánchez, pidió de nuevo a Ciudadanos su abstención en la investidura del candidato del Partido Socialista. "Que lo hagan por España", dijo.
Para Ciudadanos, declaraciones como éstas son maniobras de distracción. El próximo martes, sus diputados y senadores tomarán posesión de su escaño, elegirán a los representantes de los órganos que rigen el funcionamiento de las dos cámaras, y a partir de ahí tendrán que esperar a que la evidencia pase a la fase de la realidad.
Es claro para la formación naranja que la mayoría asegurada de la Cámara Baja por parte de PSOE y Unidas Podemos es la antesala del "reparto de ministerios" del futuro Gobierno, que está "perfectamente diseñado".
Pero los votos de PSOE y Unidas Podemos no suman los suficientes escaños, ni siquiera en la segunda votación, si del otro lado todas las formaciones coinciden en un voto en negativo. Y es ahí donde entran en liza otros actores políticos, además de Unidas Podemos, siempre que Ciudadanos no decida finalmente apoyar a Pedro Sánchez, con lo que ya ningún partido, salvo los naranjas, serían prioritarios.
Sin anticipar escenarios, el próximo martes despejaremos buena parte de las dudas políticas. Por ejemplo, sabremos cómo será la distribución de escaños y qué partidos se sentarán al lado. Sabremos si Vox y Unidas Podemos compartirán la franja del quesito del hemiciclo, el que se sitúa en el centro, y allí tendrán como compañeros a diputados de ERC, Junts per Catalunya, PNV, Compromís y EH Bildu.
En cuanto a elección de portavoces, es la izquierda la que más ha avanzado las gestiones y apuesta por que Adriana Lastra, en nombre del Grupo Socialista, continúe ejerciendo las funciones que desempeñaba hasta ahora en la cámara. Irene Montero, por su parte, también seguirá al frente de la portavocía de Unidas Podemos.
En cuanto a PP y a Ciudadanos, los nombres siguen bailando en las quinielas. Al menos de parte de los populares, porque mientras la formación naranja se inclina por Inés Arrimadas, en la bancada de Pablo Casado se comentan los nombres de Cuca Gamarra, Marta González, Guillermo Mariscal, Jaime Olano, Cayetana Álvarez de Toledo y Ana Pastor, quien suena como vicesecretaria de la Mesa del Congreso.