
Estío de esperas el de este 2019. Esperas de los partidos políticos presentes en el Congreso de los Diputados, que están pendientes de que el PSOE se decida a sentarse a la mesa con ellos para pactar unos apoyos que permitan a Pedro Sánchez ser investido presidente del Gobierno. De ahí que algunos, como su presunto socio preferente -una denominación que los socialistas tendrían que revisar, teniendo en cuenta cómo tratan los socialistas a los morados-, Unidas Podemos, se haya decidido a dar el primer paso con una propuesta programática y de composición para un Gobierno progresista de coalición.
Aunque el apellido de coalición ya lo pueden dar por perdido las huestes de Pablo Iglesias. El PSOE no se lo ha pensado mucho y ha descartado que vaya a compartir la Moncloa con cualquier otra formación, parece que de forma definitiva. En sus argumentos están, entre otros, las diferencias y la "desconfianza". Pero está claro que hay más.
Tras el fracaso de la primera investidura de Sánchez, el escándalo fue morrocotudo dentro de Unidas Podemos. Miembros de Izquierda Unida y de los Anticapitalistas de Podemos alzaron la voz. No entendían que no se llegara a un acuerdo para un gobierno de coalición -dando por buena la oferta de tres ministerios y una vicepresidencia planteada por el PSOE- reforzando así el fantasma de una repetición electoral que se celebrará en noviembre si el candidato socialista no es investido antes del 23 de septiembre.
Pacto programático
A partir de ahí, las formaciones aliadas de Pablo Iglesias han empezado a enarbolar argumentos a favor de un acuerdo solo programático para poner fin a esta zozobra, argumementos a los que los socialistas han estado atentos.
Y es que el presumible -aún no ha recibido el mandato del Rey- candidato a la investidura, que no ha dado un solo paso -que se sepa- para negociar, puede que haya visto cómo el camino se le ha allanado sin hacer un solo gesto. Mientras, Iglesias ha dado el primer paso y no ha obtenido nada más que otro no.