En el mundo empresarial abundan las decisiones arriesgadas, con finales más o menos felices. Pero pocas son tan singulares como la que tuvo que tomar Fred Smith en una desesperada noche de los años 70. El fundador de FedEx, con la compañía al borde del colapso financiero, y con unos 5.000 dólares en caja, tomó la decisión más osada: volar a Las Vegas y jugarse el futuro de la empresa en el casino.
Aquella jugada, nunca mejor dicho, compró una semana más de supervivencia, y marcó el punto de inflexión de una compañía que hoy mueve millones de paquetes en todo el mundo, y que fue capaz de reinventar la logística global. Y nada de esto hubiera sido posible si no llega a ser por una mano mágica de cartas en una partida de blackjack.
Hoy FedEx juega un papel fundamental en el sistema logístico global, en un mundo en el que damos por hecho que se puede recibir un pedido en un solo día. Un gigante con una flota de 700 aviones, más de 200.000 vehículos de transporte por carretera y 600.000 empleados, que cada día reparte 16 millones de paquetes por todo el mundo.
Pero los inicios fueron más que complicados. De hecho pasaron años antes de que la idea embrionaria pudiera ejecutarse. Todo parte de la mente de Fred Smith, fundador de la compañía. Este joven había nacido en el seno de una familia de clase alta de Mississippi. Su padre era un millonario que había creado una exitosa cadena de restaurantes y una empresa de autobuses.
Un trabajo para la universidad
Smith estudió Economía en la prestigiosa Universidad de Yale, a la que entró en 1962. Un profesor les pidió un trabajo en el que debían presentar un plan de negocio que pudiera funcionar. Smith desarrolló la idea de una compañía de reparto de paquetes, que en lugar de llevar un pedido del punto A al punto B, constase de un módulo central en que se se clasificasen todos los paquetes, para hacer más eficiente cada envío. Era el embrión de FedEx. Cuenta la leyenda que el profesor le puso una C, que equivaldría a un aprobado raspado.
Tras terminar la carrera, se alistó en el ejército, donde estuvo durante 4 años, en los que acudió dos veces a la Guerra de Vietnam. Allí alcanzó el rango de capitán, y recibió numerosas condecoraciones por sus servicios.
Tras finalizar esta etapa, en 1970 se hace con una participación mayoritaria de una empresa de mantenimiento de aeronaves. Un año más tarde, la compañía evolucionaría para dedicarse al comercio de aviones de segunda mano.
Haciendo la idea realidad
Sería en 1971 cuando decide recuperar la idea de aquel trabajo de la universidad, enriquecida además con todo lo que ha aprendido sobre logística durante su etapa en el ejército. Con 4 millones de dólares heredados (equivalente a unos 32 millones de hoy en día), junto con 80 millones más que capta de inversores (más de 600 millones de hoy), funda Federal Express.
A pesar de todo, la compañía no empezó a funcionar hasta 1973, debido a los obstáculos burocráticos para obtener las licencias necesarias. En ese periodo también trasladó la sede de la compañía de Arkansas a Memphis, al considerar que su ubicación era mejor, y además contaba con una meteorología más adecuada para poder desarrollar sus operaciones. Los fondos obtenidos de los inversores los dedicó a comprar una flota de 14 aviones de carga, además de vehículos de reparto por tierra.

Finalmente, en abril de 1973, comenzaron las entregas de paquetes. En la primera noche realizaron un total de 186 envíos. En la economía de hoy puede parecer un volumen menor, pero entonces fue una actividad pionera. Presumían de ser capaces de entregas de paquetes y sobres en dos días como mucho. Se anunciaban como la empresa que repartía a 880 kilómetros por hora. La demanda empezó a crecer poco a poco, y en unos meses ya estaban operando en 25 ciudades de Estados Unidos.
Pero 1973 resultó no ser el año más adecuado para embarcarse en un proyecto así. La crisis del petróleo elevó los costes operativos de la compañía hasta límites insostenibles. Para mediados de 1974, las pérdidas eran de casi un millón al mes. La situación era insostenible.
La solución está en el casino
Smith se vio obligado a pedir más dinero a los inversores, para que la empresa se pudiera mantener a flote, pero estos se negaron. Tampoco le concedían préstamos personales. Estas decisiones ponían a Federal Express al borde de la quiebra. Quedaban 5.000 dólares en caja, y necesitaba 24.000 para poder comprar el combustible necesario para poder seguir operando.
Viaja a Chicago, para tratar de cerrar un acuerdo a la desesperada con General Dynamics, una empresa puntera de la época, que pudiese salvar la compañía, pero también fracasa. Y aquí es donde la historia se convierte casi en una película. En el aeropuerto, mientras está esperando su vuelo de vuelta a Memphis, tiene una especie de revelación, y cambia de planes: decide coger los 5.000 dólares que quedan en las cuentas de la compañía, y viaja a Las Vegas para tratar de multiplicarlos en el casino. ¡Era una locura!
Pasó un fin de semana en la ciudad del pecado jugando al blackjack. Con tanta fortuna que esos 5.000 dólares se convirtieron en 27.000 dólares. No era una gran cantidad, pero sí lo suficiente para mantener con vida a la empresa una semana más.

Contaba Roger Frock, el primer vicepresidente que tuvo la compañía, que le preguntó de dónde había sacado los fondos, y que cuando le contó que había ido al casino le echó en cara que se hubiera llevado los últimos 5.000 dólares. Pero Smith, con calma, le explicó que qué más daba, si ese dinero no era suficiente para seguir operando, así que casi daba igual perderlo. También defendía que no era azar, ya que había dedicado muchas horas a jugar al blackjack en Vietnam durante la guerra, y se consideraba un experto.
No fue mucho dinero, pero llegó en un momento crítico. Ganaron el tiempo necesario para lograr cerrar un préstamo de 11 millones, que sí que permitió a la compañía seguir operando, e incluso expandirse. Para 1976 ya eran rentables, y en 1978 salieron a bolsa. Desde entonces, la compañía no ha dejado de crecer, consolidando un modelo de negocio que no existía, convirtiéndose en una pieza clave del mismo y en una de las empresas más reconocibles en la historia de Estados Unidos.
Por el camino, en 1994, decidió cambiar de nombre, pasando de Federal Express a FedEx, que es como se le conocía informalmente. Fred Smith, fallecido hace unas semanas, con una fortuna acumulada de unos 6.000 millones de dólares. Y aún así, los expertos recuerdan que, pese a que se trata de una gran historia, no es un gran ejemplo de buenas prácticas empresariales.