Era difícil prever cuál sería el futuro de John Law, en aquella primavera de 1671, cuando nació en el seno de una acomodada familia escocesa. Su padre, William, era un afamado orfebre, que había hecho una auténtica fortuna con su negocio. Hasta había comprado un castillo. En aquella época, era habitual que los joyeros, poseedores de cajas fuertes, también se adentrarán en el negocio de la banca, por lo que el joven John Law, mientras trabajaba en el negocio familiar, estudió el negocio bancario, hasta el fallecimiento de su padre. Demostró un talento excepcional para las matemáticas y para los análisis financieros.
La muerte de William se produjo en 1688, cuando John tenía tan solo 17 años. Se convirtió de la noche a la mañana en un adolescente millonario, gracias a la herencia recibida. Sin referencia paterna, John Law decidió dejar la empresa y irse a vivir a Londres, a disfrutar de la vida. Con un claro problema de ludopatía, que le acompañó hasta la muerte, perdió enormes sumas de dinero con el juego.
Arruinarse no fue el único problema que tuvo en la capital británica. En abril de 1694, instigado por Elisabeth Villiers, examante del rey, se batió en duelo con Edward Wilson, uno de los playboys de la época. Y Law lo mató, de una sola estocada, con un magnífico golpe. Fue arrestado y acusado de asesinato, y condenado a la horca. Sin embargo, después se conmutaría por una multa, y a pesar de que el hermano del fallecido recurrió, Law aprovechó la confusión para huir a Amsterdam.
Los aprendizajes europeos
La capital holandesa era en aquel momento una ciudad vibrante, y donde más se estaba innovando en materia económica. Contaba con un sistema comercial muy avanzado, un banco central y una gran empresa: la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales. Esta empresa, fundada casi un siglo antes, se considera la primera cotizada de la historia. En aquel ambiente, Law disfrutó la vida, pero también aprendió mucho sobre banca y economía. Y sobre las ideas que, creía, podía desarrollar mejor.
El juego le genera muchos problemas, no por arruinarse, sino por todo lo contrario, porque ganaba mucho dinero, y pensaban que hacía trampas, cuando en realidad lo que pasaba es que había entendido las dinámicas mejor que nadie. En sus aventuras europeas, recorrió ciudades como Génova o Venecia, donde acumulaba problemas con el juego, pero también le permitía relacionarse con las personas más brillantes de cada lugar, lo que le permitía pulir sus teorías económicas. Era, por encima de todo, un idealista y un visionario.
También volvió a Escocia, donde planteó su idea de crear un Banco Central, respaldado por el de la tierra. Sin embargo, la idea fue descartada, y no solo eso, sino que le volvieron a recordar el tema del asesinato en Londres, por lo que se vio obligado a huir de nuevo.
La crisis económica de Francia
Corrió la misma suerte con el juego en su siguiente destino, París. Pero allí si encontró a gente dispuesta a escuchar sus modernas ideas económicas. Y hubo sobre todo a una persona a la que convenció: el duque Felipe de Orleans. Y este no era cualquiera. Tras la muerte de Luis XIV, el Rey Sol, heredó la corona su bisnieto, un niño de 5 años, que acabaría convirtiéndose en Luis XV, pero que no tenía edad para gobernar. Consciente de este hecho, Luis XIV designó a Felipe de Orleans como regente, tras sus servicios tanto en combate como políticamente.
Felipe de Orleans se encontró qué la economía francesa estaba en un estado lamentable. El país se había convertido en un imperio a base de préstamos, y la deuda acumulada era inabarcable. Y ante situaciones desesperadas, medidas desesperadas. Sabiendo que su puesto era temporal, hasta que Luis XV alcanzase la edad adecuada, decidió recurrir a su amigo escocés, con el que no solo compartía fiestas, sino que también admiraba sus visionarias teorías económicas.
La primera propuesta de Law, que Felipe de Orleans ejecuta, es crear un Banco de Francia, que administrase las finanzas del Gobierno, reemplazando el oro con crédito en papel, y así poder aumentar la circulación monetaria, favoreciendo a las empresas. Paralelamente, era necesario crear una empresa estatal para el comercio, sustituyendo los títulos de deuda nacional por participaciones en estas nuevas empresas económicas. Esto sería desarrollado por un monopolio enorme de las finanzas y el comercio, administrado por el Estado, en beneficio de los habitantes del país. Casi nada.

El primer paso fue crear un nuevo banco en 1716, el Banque Générale Privée, que tenía un funcionamiento peculiar. Tenía permiso para emitir billetes, que no eran de curso legal (de facto, solo lo usaban los ricos) y que podían cambiarse por oro a petición del portador. Billetes que tenían la particularidad, además, de que podían utilizarse para pagar impuestos, por lo que, aunque no fuera de curso legal, es como si fueran dinero auténtico, porque, ¿qué define más al dinero que poder usarlo para pagar impuestos? Por si fuera poco, el Banco General, en una especie de nacionalización, se convirtió en el Banco Real, al contar con la garantía del rey.
La Compañía de Occidente
Paralelamente, Law logró consolidar varias de las empresas comerciales existentes, en una única sociedad comercial, denominada Compañía de Misisipi, o Compañía de Occidente, de la que fue nombrado director general. Copiaba la idea de su homónima holandesa, que tan bien conocía de sus aventuras por los Países Bajos. A Law se le concedió el monopolio del comercio con las Indias Occidentales y con América del Norte, cuya principal colonia era la Luisiana francesa.
El funcionamiento de la compañía era el siguiente: la empresa necesitaba el dinero necesario para financiar viajes a ultramar, y después los beneficios se repartirían entre los accionistas, que eran los que financiaban el viaje con su dinero. Y aquí Law encuentra la forma de ayudar a la corona, al permitir que se pudiesen comprar acciones no con dinero, sino con bonos del Gobierno, que sabían que el Estado no podría pagar.
Era un círculo virtuoso que funcionaba. La gente pedía dinero prestado en papel moneda, con ese dinero adquirir deuda pública, y con esa deuda pública adquirir acciones de una corporación multinacional que prometía enormes beneficios.
Especulación y burbuja
Y esa es la otra pata de la moneda. Law impulsó una campaña publicitaria que exageraba las riquezas de Luisiana. Creía de verdad que la actividad minera de la zona podría generar importantes beneficios, pero no tantos como prometía. Sea como fuere, el relato caló, y provocó una especulación salvaje con las acciones de la compañía.
Las primeras acciones de la compañía costaban 500 libras, en junio ya costaban 1.000, y en agosto 4.000. En marzo de 1720 ya se pagaba 12.500 libras por cada acción, alcanzando un máximo de 18.000 en algún momento del año. La valoración de la compañía duplica el PIB de Francia.
Como no había bolsa propiamente dicha, la gestión de acciones se llevaba a cabo en las oficinas de la compañía, que eran un auténtico caos ante la cantidad de gente que se arremolinaba ante sus puertas cada mañana, y que corría para comprar y vender acciones en cuando abrían sus puertas. Había tanta gente haciéndose rica y ganando tanto dinero que es entonces cuando se inventa la palabra millonario.

En definitiva, el plan de Law estaba funcionando. Su dinero funciona, la gente pide préstamos, el dinero circula, los agricultores pueden producir comida en el campo, y los artesanos fabricar ropa y utensilios. Y todo a través de Law, que se ha convertido prácticamente en toda la economía francesa. Todas las decisiones importantes pasaban por él y por su compañía. Law era rico y Felipe de Orleans popular. Todos estaban contentos.
En plena vorágine, Law es nombrado Inspector General de Finanzas, un cargo con poderes equivalentes a los que hoy tendría un primer ministro. Durante su gestión, promovió reformas como la división de las grandes tenencias de tierra, para favorecer a los campesinos; la eliminación de numerosos impuestos y peajes; la construcción de nuevas carreteras, o el impulso de nuevas industrias, ofreciendo préstamos a bajo interés, que permitiesen reactivar el comercio exterior francés.
El colapso financiero
Pero las cosas se empezaron a torcer. Si se considera a Law como el creador de las finanzas modernas, también se le puede acusar de provocar el primer colapso financiero moderno. Los problemas empezaron en Luisiana. Por un lado, porque en Nueva Orleans, ciudad llamada así en honor al regente, no había nada. Los colonos que llegaban morían, ya fuera por el hambre o por las enfermedades.
La empresa, que es enorme, tiene negocios que sí funcionan, como el de los esclavos, que no generaban cargo de conciencia a ninguno de los protagonistas de esta historia. Pero, aún así, no es suficiente para justificar el precio que habían alcanzado las acciones de la compañía.
Luego se suma el hecho de que muchos inversores, que consideran que ya han sacado bastante dinero con la inversión en acciones, quieren cambiar su dinero por oro. Que era lo contrario de lo que deseaba Law, que quería evitar que la economía dependiera del preciado metal.
Nervioso, Law toma alguna decisión extraña y perjudicial, como anunciar que la propia empresa comprará o venderá acciones a un precio fijo, justo por debajo del precio al que cotizaba en el mercado. Nadie comprende muy bien qué pretende, quizá esperar a que se estabilizara el mercado, pero lo que logra es el efecto contrario. Mucha gente vende las acciones de la compañía. El valor de los títulos se desplomó un 97% rápidamente.
Pánico, inflación y desconfianza
Cuenta la leyenda que, para intentar calmar a la población, contrató a algunos vagabundos a los que les dio picos y palas, para que se hiciesen pasar por mineros que iban a Luisiana a extraer oro. Cuando días más tarde se dieron cuenta de que era un engaño, provocó un nuevo pánico.
El banco acaba imprimiendo más billetes para poder recomprar más acciones. Y Francia acaba teniendo el problema opuesto al que tenía justo antes de la llegada de Law. Si en 1715 el problema era que no había papel moneda, la crisis ahora es que hay demasiado. Y con cada vez más dinero en circulación, los precios se disparan. Productos básicos como el trigo o la leche empieza a subir rápidamente.
El círculo, que una vez fue virtuoso, se convierte en vicioso. El gran éxito de Law había sido, por encima de todo, generar confianza, y con sus decisiones la había destruido. La gente, que ha vendido las acciones de la compañía y tiene montañas de papel moneda en su casa, acude al banco a cambiarlo por oro y plata. Y aquí llega el problema: el banco no tiene suficiente.
Law sigue tomando medidas desesperadas, como prohibir acumular grandes cantidades de oro y plata. Eso se traduce en que todos los ricos empiezan a tener un montón de joyas. Enfadado, prohíbe producir objetos de oro, salvo los que tengan fines religiosos. Y los ricos empiezan a fabricar enormes y preciosas cruces de oro. Desesperado, Law prohíbe cambiar el papel moneda por oro, y además reduce el precio de cada billete a la mitad.
Consecuencias y aprendizajes
Estas medidas fueron demasiado para los franceses, que salieron a la calle a protestar, lanzando piedras contra la sede del banco. A Felipe de Orleans no le quedó más remedio que destituir a Law y ordenar su detención. Como había pasado dos décadas atrás, el escocés decidió huir.
La consecuencia es que, en Francia, tanto el papel moneda como el mismísimo concepto de banco sufrieron un gran desprestigio durante muchos años, lo que lastró su industrialización. Y, a más largo plazo, fue uno de los motivos que estuvieron detrás del estallido de la Revolución Francesa.
Law, por su parte, nunca pudo volver al país galo. Terminó sus días en Venecia, jugando y coleccionando arte, hasta su muerte en 1729, justo antes de cumplir 58 años.
Fueron varios los problemas, según los expertos, que impidieron el éxito de su propuesta. Por un lado, porque no había ningún equilibrio de poder, Francia era una monarquía absoluta donde todas las decisiones las tomaba el rey y su entorno. Y por otro lado, porque tenían muy poco capital inicial para una empresa tan compleja. Pero la idea no era mala, y muchos de sus principios siguen vigentes en la economía actual.